martes, 20 de mayo de 2008

IRIS LLOYD


KAKEL Y EL CÓNDOR

Tirado de espalda
Sobre el duro suelo
Kakel observa al ave volar.
Indiferente, soberbio,
Emperador del cielo.
El cóndor planea
En total libertad
Kakel es tehuelche,
Antiguas leyendas
de ancestros valientes,
de cóndores y águilas
lo hacen soñar.
El también
querría ser cóndor
Y poder volar.
De pronto, se pone de pie.
Abre los brazos como si fueran alas
Y envuelto en sueños de gloria futura
Echa a correr.
La tribu afligida
que buscaba al niño
lo encontró caído,
allá en el barranco.

Su cuerpo sin vida.
Pero plasmada
en su rostro la felicidad,
pues dejó de ser un niño
para volverse cóndor
Y poder volar.

"Escritora chubutense
tomado de Literasur"

CRISTINA PIZARRO


JÚBILO

Por qué cubría mi rostro con un velo
y el pecho
con las ramas.
Por qué permanecía en una galería de
fantasmas
y sin lunas.

Ahora
retorno a la revelación de la amatista
y mientras atravieso cada encrucijada
para descubrir el artificio,
vuelvo a encender la lumbre
y en las ramas de oro
de la ceremonia
acierto con el nombre
iluminado por extraños signos,
y elevo el ánfora con mi ofrenda recóndita.

lunes, 19 de mayo de 2008

MARÍA ROSA SOBRÓN

LA AMISTAD

La amistad es un pañuelo
que sobrevuela el andar
del hombre con desconsuelo
que ha perdido su soñar.

La amistad es una forma
de vivir en caridad.
No existe ninguna norma.
Se fabrica con bondad.

La amistad es la paloma
que hace nido el corazón,
si cada día se asoma
hecha virtud y perdón.

La amistad es un pañuelo
mitad luz y lealtad.
Nos remonta con su vuelo
hasta ver la claridad.

La amistad es un pañuelo
que sobrevuela el andar
del hombre con desconsuelo
que ha perdido su soñar.

CONCEPCIÓN BERTONE


LA NOCHE

I

En esta holgura de no tener más - nadie nada-
que la bondad de amar y el abandono
casi feliz del cuerpo igual que el plomo
mezclado con arsénico en la bala. Velo
por lo que velo en tanto siento
cuánto abriga el arilo, el tegumento
de la noche a esta edad. Y mi belleza.
Una arruga en la seda. En la cabeza
la cana endiademando pensamientos
lúcidos de la holgura. Y nadie, nada
más que este amor en mí. Sentir
que siento.

"Aria da capo"

domingo, 18 de mayo de 2008

ELISA DEJISTANI

ESPECTROS

Quién
insiste en rebelarse
Para quién
soplan las bocas
liberan el sonido
Quién
acude entre renglones
conjuga tiempos
derrama el oro del insomnio
escarba en la prosodia
un grito sofocado:
La escritura del cuerpo
su condena
Quién
golpea desde
una letra oscura

viernes, 16 de mayo de 2008

DIANA POBLET


LA SALIDA

No guarecer en sus brazos
no deambular extraviada en el beso
no editar esa leyenda grotesca
ni desenterrar el margen del cuchillo
ni sufrir la opaca prisión de las sábanas
tampoco un tango con semifusas de ausencia
nada de nada
entraño una compañía quieta
relajo los pies del sentimiento
invierto universos erráticos.

No a oírlo
ni detener mis ojos en su paso
no a su perfil hipocondríaco ni a un café
no al contratiempo de la lágrima.

Sí a esta claridad bruta que no anochece.

Poesía es la puerta que se abre
de espaldas al dolor.

GABRIELA BRUCH


POSTAL DE SÁBADO EN EL SUBURBIO


Si estás ahí no es una pregunta , aunque así te la formule. Qué noche , qué frío, cuánta humedad. Te estabas poniendo cianótico y eso en Buenos aires, se paga muy caro. Creo que sin amor o algo así.En este barrio suburbano todos viven malditos, descorchan botellas sólo los sábados por la noche y luego se cuelgan de los balcones o se asoman a sus patios a ver la luna que aparece neblinosa, como en un cuento de brujas bonachonas.El tiempo se les escurre entre los ojos, y vuelven a toser los días lunes, con antibióticos y paracetamol encima de la campera, de la camisa de fuerza o del uniforme del trabajo.Tienen algún sueño y lo dejan en Internet ,en un chat telefónico, en la pantallita del celular. No se atreven a salir corriendo por las calles empedradas y gritar a voz en cuello, eso, que estamos necesitando tanto.

domingo, 11 de mayo de 2008

GRACIELA WENCELBLAT

Deja las dudas
entre párpados del silencio.
Zambúllete en lo incierto
extravíate.
No demores.
La música que desliza la mañana
revierte... dolor de fugitiva.
Acaso llegue lo voluptuoso del viaje
para cavar otoño y tanta ausencia.

MONIK MATCHORNICOVA

III.- EL...
Pero se han marchado las sombras y no, no recuerda
en que brazos emprendió ese viaje de nube
en nube;
Canta triste por el desierto urbano
de Ovilaba, parece presa del abandono.
Sin embargo hay calma en su mirada;
no sabe que observo en la distancia
el rastro de sus locuras.
tararea bajito, su corbata chueca
acusa bohemia
y un maletín gastado invita
al misterio...segurame nte lleva magia
y pedazos de estrellas, ó tal vez la voz
de aquellos que han sido en su camino.
Sus pasos arrojan fragancia...
la chaqueta abierta sacude historia
el filtro-cigarrillo apagado
entre los labios y una mancha de pintura en su camisa
es lo último que observo, cuando su silueta
desaparece lenta por la esquina
..................................... ...del día.

Austria

GUSTAVO TISOCCO


NOS DEJAMOS OLVIDADOS...

Nos dejamos olvidado sobre el piano
nuestro último suspiro.
Al calor de la vieja chimenea
tus pies desnudos rozan los míos.
En el suelo yacen tus miserias y tus miedos,
ahí dejé junto a mi camisa mis desamparos, mis pudores.
Entremezclados perfumes nuestros cuerpos exhalan,
nuestras bocas, sin cordura, saborean cada instante,
solo un gemido inmutable denuncia la pasión.
De los brazos florecen las caricias olvidadas y
en el lecho nos ampara la desnudez.
Nos dejamos olvidado en el patio al crudo invierno.

"Entre soles y sombras"
Del CD. "Huellas"

MARTA ORTÍZ


PERSISTENCIA

resiste,
esta memoria de palabras
como líneas
de celestes nomeolvides

crepita,
en el mimbre del sillón desvencijado
al lento fuego
de mis vanos devaneos

(sombras grises deshilan
un cielo raso
................de telas de araña)

persiste,
esta lengua y esta letra verosímil
en la trama
................de las telas
sepultando la piel suave de mi madre

y en la curva de voces como ríos
voces de viento
.........................en sobremesas
noche a noche censuradas

perdura,
-canto primario-,
en el tacto a mapa antiguo
- tiempo y gubia -
en la corteza del ciruelo

y habría que ver
resiste, creo,
en el vaho aquel amarillento
olor naranja terroso
color grieta, papel viejo
......................del viejo libro de cuentos
.....................................de Perrault.

SILVIA MAZAR


5

Es sólo una mujer, mágica, indecente
un vientre de recuerdos
unas mejillas pobladas de silencios.
Qué espera hoy esa mujer de aries
espera el fuego que su signo le asigna?

Una mujer en el costado izquierdo
un viento en el desierto austero
una marea baja, sus pies humedecidos
bordeando la orilla.
Una mujer espera los ojos que le digan
que sus ojos son bellos
la caricia en el pelo eternamente
el beso repetido otra vez y otra vez.

Una mujer recuerdo
una mujer futuro
siempre al encuentro
con un poco de miedo.

MARÍA ISABEL CANÉ


¡BASTA!

No quiero
que me hablen.
No quiero
que me escuchen.
No quiero hablar
ni escuchar a nadie.
No quiero
seguir siendo receptora
de todas la palabras
del mundo
que zumban y zumban
a mi alrededor
como moscas pegajosas
sin dirección, sin sentido,
sin destino.
¡Basta! No quiero.

JORGE LUIS ESTRELLA


CALLE CON CIELO

La calle tiene un cielo
pegado a las espaldas de los muertos
y camino la calle
con recuerdos que olvidaré
cuando la noche nazca.
No sé por qué los pies a veces duelen
como un alma cortada a pedacitos
y camino la noche de los muertos
con un sol en las manos.
El fin está en el principio,
allí donde se encuentra lo que se escapa
y somos lo que somos
caminando el abismo
que soñamos.
Los animales están en la guarida
con el hocico lleno de nostalgias
y voy sembrando flores ya marchitas
mientras camino
la selva
de mi casa.
¿Por qué será
que siempre pierdo los anteojos
y ando a ciegas
por patios sin geranios
y me choco con todos los fantasmas
de mi futuro?
La vida tiene tumbas
escondidas
en los recodos de cada circunstancia
y caminamos
con los pies que duelen como un alma
pisando las espaldas de los muertos.

sábado, 10 de mayo de 2008

JUAN JOSÉ MESTRE

PROSA SIN NADA

Un archivo que no abre, el verso que no llega, aquella mudez del árbol clamado por su fronda y la poesía que ha ido para otros sitios. Tampoco se puede culpar a las musas: ya se sabe de su temperamento huidizo. Es ese ceniciento cielo, tan propiciatorio del nihilismo en los labios, en la mente, en la memoria inapelable del viento y del sigilo encaprichado y doliente…

(el archivo sigue su porfía)

…armador de los silencios.

DELFINA ACOSTA


DE MEMORIA

Tienen las ramas esta madrugada
el bienvenido aliento de las rosas.
Las blancas mariposas de mis manos
nadie las ve ¡y cómo te devoran!
Donde tú estás, allí, mi amor te llama.
Yo quiero que me escuches. Es ahora
el tiempo del encuentro. ¿No percibes
cómo se buscan, sin saber, las cosas?
Amigo, amante, déjame decirte
y dime tú también. Llegó la hora.
Las lágrimas con luces del rocío,
el soplo de cristal, las altas olas
nos buscan, llameando, desde ayer.
Abren caminos, árboles, auroras.
Amado, nuestros besos, tantos besos
y un beso yo los supe de memoria.
Debajo del rojizo sol de flores
te aguardo siempre dentro de mi sombra.

NORMA E. TRAFERRI


VEO UN HOMBRE

Longilíneo,
Con piel de ébano.
Lo veo venir.
Simula una palmera
Que la brisa mece al andar.
Ella cree que a su antojo.
Él la usa, no ella a él.
Camina lánguido,
Semeja a un felino de porte.
Falsea displicencia.
Sus hombros se elevan
En leve tensión
Que no abandona.
Frente amplia,
Ojos carbón y magma
Mirada atenta,
Voraz, ardiente o gélida.
Según pretenda
Disfrazada de hastío.
Una boca generosa
De sonrisa abandonada.
Deseo atraparlo
Mas allá de su cuerpo
Y hacerlo mío.
Lo se imposible,
Mas allá de mi deseo.

ADRIÁN ESCUDERO

PÁJAROS

A los que nunca dejarán de intentarlo...
Plano por plano. Pieza por pieza. Piso por piso. Cueva por cueva. Nicho por nicho. Nido por nido. Y he ahí un nuevo, flamante rompecabezas urbano recortando el tiempo y el espacio. Oficio por oficio. Herramienta por herramienta. Eran como pájaros aquellos seres de alas invisibles trepados solazmente a los andamios celestiales...
Y preparaban, en las extremas nubes de argamasa, la torre de agua de otra delgada y cristalina esfinge o templo pagano floreciendo en el vientre ciudadano de esta oxidada Babel contemporánea: hablo de ella, de mi santafesina (Argentina) ciudad de la Vera Cruz, a la sazón ya sin fe y ya sin cruz...
Templo donde ellos no sabían -ni querrían saber- sobre su suerte de tórtolas y pichones para el holocausto que, ocultos sacerdotes obispales de escritorio, mitra, báculo, casulla, manípulo, dalmática, tunicela, estola, alba y sandalias de astutos comerciantes letrados, urdían a diario con su vidas a modo de impiadosa ofrenda, desalmado sacrificio y rendido tributo -a cualquier costo- en honor al más "poderoso caballero" de este mundo: don (su dios) dinero.
A unos cincuenta metros de mi oficina, por sobre el tráfico y la indiferencia absoluta de mis pares, aquellos pájaros humanos construían nidos de cemento, acero y plástico reforzado, como nidos de lujo para otros pájaros humanos... Ah, si éstos supieran el precio al que ellos debía sujetarse para...
Yo los miraba, absorto y demudado, admirándolos en sus vuelos de correas endebles y gastadas, en su pura valentía de equilibristas del aire con urgido ánimo de supervivencia -"porque de algo hay que vivir, y no le tengo asco a las alturas"-, y me preguntaba, cuánto alpiste comerían por su trabajo de navegantes aéreos. De controladores aéreos. De cosmonautas vernáculos sin escafandra... Cuánto alpiste alcanzarían sus dueños -aquellos avaros y engordados (para el Apocalipsis) patrones de las bellas arquitecturas que sólo "ellos" moldeaban y modelaban con la sencilla sabiduría del oficio idóneo- a esas bocas hambrientas y chillonas... Cuánto alpiste darían -aquellos avaros propietarios de la empresa inmobiliaria que administraría las rentas del futuro edificio en torre "Campanario 100"-, a esas bocas cantoras y desdentadas por el viento y el sol, como efímero premio a la audacia y pericia de su cabalgadura a destajo por sobre las riesgosas rutinas de intemperie en las que moraban como horneros deportados, pero siempre llenos de orgullo, sin embargo, como pájaros, porque lo importante era ser "eso", pájaro, y volar, saber volar y vol...
De pronto, el chirrido de los frenos de un automóvil justo en la esquina donde emergía el gigante constructivo, me desvió la mirada. Pero no más para volver a levantarla y presenciar, yo también, lo que sería el último vuelo, absurdo y desaforado, de uno de aquellos precoces -casi un niño por lo joven que parecía- pájaros sin módulo espacial, obnubilados por la falta de oxígeno, o el exceso de confianza en su pericia, o el fallo de un material de seguridad, o el pensamiento extraviado en las paredes a medio levantar de su casulla del Barrio La Lona -porque hoy es día de cobro de quincena-, y el descuido fatal o el golpe artero y sin aviso de una polea tonta y torpe en la cabeza vanamente enroscada ahora en un cuello roto, giratorio y mortalmente desgajado de aquel cuerpecito histriónico aunque inanimado...
Entonces, sucedió. Y niego que todo fuera producto de la imaginación; de mi imaginación, o, mejor, de la indignación que había venido acumulando mientras comparaba la responsabilidad y destreza que ameritaba semejante oficio con el de otras profesiones quizás -como la mía- más cómodas, burocráticas, aclimatizadas y un tanto vanas -por la corrupción institucionalizada-, y la miserable ración de alpiste con la que esos pobres pájaros eran motivados a jugarse la vida en cada asiento de ladrillo que plantaban sobre aquel muro voraz que crecía y crecía, veloz, sin detenerse jamás...
Niego eso y afirmo con certeza que, por un lado, una lustrosa bandada de golondrinas turistas abanicando el verano que ya se despedía de la ciudad-, y, por otro, una bandada de chijíes de pechos fundidos como en oro y plata, antes de que el plumaje pálido de su congénere fuera parte del sangriento guiñapo de un títere aplastado contra el insensible pavimento de concreto asfáltico -como una granada de carne y huesos-, lo alzó en precipitado auxilio, elevándolo hacia el más allá de los allá, sin relieves ni repliegues, sin molduras ni arabescos, sin pórticos ni galerías, sin impostas ni rosetones, sin pilares ni contrafuertes, sin columnas ni parapetos, sin escaleras ni ascensores, sin bóvedas ni subsuelos, sin puertas ni candados, sin ventanas ni antepechos, sin cañerías ni conductos, sin puentes ni cables, sin techos ni alfombras, sin tejas ni chimeneas, sin terrazas ni baldosas, sin aleros ni cobertizos, sin rejas ni barrotes, sin celosías ni listones, sin claraboyas ni buhardillas, en un abierto, rasante y plano y recto cortejo de ángeles luminosos que se fundieron en el crepúsculo de aquel atardecer inolvidable...
Plano por plano. Pieza por pieza. Piso por piso. Cueva por cueva. Nicho por nicho. Nido por nido. Oficio por oficio. Herramientas por herramienta. Fue así, créame. Ninguno de los otros encontró sus plumas derrapadas, ni en la vereda ni en la calle contigua donde yo lo viera flotar y volar, como un pájaro con otros pájaros en un vuelo de especie que se perdió, como pájaro, hacia el reino de los pájaros... Justo el día en que debía recibir su apretada ración de alpiste.

LYDIA LIBERTINI

4

Desgloso en calma
mi sentencia.
Sé que este binomio
es el preámbulo
de un amargo átomo
de mi inventario.

5
Ignoro la dimensión
de mis himnos de guerra.
Un pájaro clandestino
se astilla contra las murallas.
Grabo mis agonías
en el calendario de la piel.
El tiempo reviste mi piel
con huellas diferentes.
Guardo memoria de soles
que nacieron en lejanas latitudes.

6
Volver hacia adentro,
juntar los fragmentos.
Dar de nuevo y esperar
la jugada de los otros
y también la de uno,
como siempre,
una vez más.

CARLOS MARGIOTTA

LA HAMACA

Mi hijo se hamaca en la plaza de invierno, cuando la tarde desaparece, como una llama, detrás de la muralla de edificios blancos.
Lo miro balancearse desde el banco verde de madera, y me dan ganas de subirme con él, para estirar las piernas con fuerza y elevarme hasta las copas de los árboles, donde el cielo se recorta entre las ramas solitarias esperando las hojas que vendrán.
En el camino hacia atrás, pliego las piernas para impulsarme, y el aire me atraviesa la espalda, como un pasado. Veo el suelo cubierto de piedritas de ladrillo acostado debajo del tobogán y el subibaja.
En el punto más alto de la nuca, me suspendo sin respirar, apretando las cadenas donde cuelga la tabla que se mueve como un péndulo.
Ahora soy un ángulo recto, empujo con la cola hacia adelante, y desciendo como un pájaro sin tocar la tierra. Allí el paisaje se confunde en una ráfaga de plantas, colores y chicos jugando.
Entonces subo hacia el vértigo, enfrentando el espacio que se arruga en mi vientre como un placer ingenuo, y cerca del cielo que se apaga, estalla.
Después viene el regreso frío, partiéndome la cabeza en dos con su espada, que desprende de mi cuerpo manos y tobillos. Los veo caer y rebotar con la pelota del picado azul y anaranjado. Y lleno mis pulmones, y empujo, y mis partes se juntan, y las mejillas cruzan el vacío, y el aire me penetra, y vuelo con los puños cerrados, y el mundo se hamaca conmigo, y el cielo es más gris, y la plaza un desierto, y la noche me espera otra vez atrás, y la memoria vuelve atada a la viga de metal como un pendiente, y me acuerdo y olvido, y voy y vengo, y me retiro y acerco, y me abro y cierro, y me contengo y vuelco, y soy libre y soy esclavo, eternamente.

CLAUDIO RAMOS


TE DE NARANJA

Tal vez todo es un sueño
Tal vez te llamé un martes, vacío, a la noche
Tal vez viajé en un tren con rumbo sur
Tal vez entraste en un bar cualquiera de tu sur, y en el mío, diciendo: ¿cómo le va, señor?
Tal vez entraste antes
Tal vez te besé cuando el sol borraba las sombras
Tal vez me besaste
Tal vez me miraste con tu mirada que me conmovió
Tal vez como nunca antes
Tal vez viniste a mí y hablamos, comimos, reímos; lloraste
Tal vez hicimos el amor
Tal vez me devolviste el deseo
Tal vez viniste otro domingo y comimos una pizza innecesaria
Tal vez hicimos el amor
Tal vez nombraste mi nombre tan solo tres veces
Tal vez olí tu perfume y se me impregnó
Tal vez aparecés y desaparecés
Tal vez tengo tu desnudéz en mi piel blanca
Tal vez me regalaste tus dolores, tan solo algunos
Tal vez me regalaste tus alegrías, tan solo algunas
Tal vez me hace quererte tu fragilidad
Tal vez me hace quererte tu fortaleza
Tal vez me hace quererte tu pasión
Tal vez me hace quererte tu olor
Tal vez me hace quererte tu sexo
Tal vez todo haya sido un sueño
Lo único cierto, mujer tal vez, es una caja de té de naranja que te compré y espera mejor destino que el aburrirse encerrada en una alacena inmerecida.

RUBÉN VEDOVALDI

HAI-KU

Otoño. El alba.
A clase, a los oficios.
Flor de frescura.


MICHOU POURTALÉ

SEPIA (1)

Detrás del parapeto de libros,
papeles, notas en desorden
los rasgos afilados
entre señales de extraño simbolismo
el cuerpo magro
con surcos de azules riachos
eterno el cigarrillo
a un costado del labio.
Su escritorio es refugio
de un tiempo árido
en afectos
donde todo transcurre
como argumento solitario.
Con la lectura de su vida
un carboncillo interno
apenas encendido
busca el núcleo oscuro
de la llama
para apagar
aquel fraude, el abandono.
Piensa en la cena
el plato de sopa de verdura
el consabido tinto
una cierta tibieza
acudirá
.............tal vez.
Mientras tanto
en la imprenta
la tinta
ya debe haber secado.


"Hombres en sepia"

ALBA ESTRELLA GUTIÉRREZ


vuelvo a ese lugar
donde los sueños
son regreso
tiempo de mitades
indescifrable desconcierto
con la piel cosida de silencios
a despertar los ojos del asombro
y caminar mi propio vuelo
acepto la soledad de dios
y todo mi infierno
con la rendición de un pájaro
vuelto de espaldas
sobre el olvido inapelable
de mis alas
porque soy mi dolor
mi alegría de ser
hilandera del viento
vuelvo
a ese lugar de espejo necesario
al paraíso irrenunciable de la infancia
y vuelvo a mi voz

grito de luz en el abismo


"Hilandera del viento"
(2.008)

MARCELO JUAN VALENTI

Anoto los terrores en un libro de tapas oscuras:
árboles ponzoñosos,
hastíos,
la conspiración del canto de los grillos,
los rostros funestos
en la corteza de los robles.
No sé como definir a las arañas.
Protegen,
pero me vigilan
como insaciables voyeurs.