domingo, 25 de noviembre de 2007

VALERIA DUQUE DO SANTOS




FELINA


Hay un león en mi ventana
que bebe los horizontes
y se alimenta de vientos

de sus ojos
brota el clamor del precipicio
de su piel
el color encendido de muchas eternidades

lo acaricio
nos hacemos cómplices
de las montañas y de los puentes
arqueados sobre el surrealismo lírico
que desconoce el abandono

hay un león en mi ventana
que se embriaga
de mis páginas
de mis palabras
y me hace sentir
desordenadamente felina

CONCEPCIÓN BERTONE


MEDIODIA


II

La paloma, leve en la rama seca del aromo,
no sobre la hierba fresca ni cerca
de las prímulas rosadas. Quieta
dibuja una parábola. La de Claudel. Animus
y Anima. Esa zona profunda, esa punta,
ese centro luminoso en mi adentro vacío, y dicho
así de paso, por encima, apenas
sacudiendo la maleza de mi cráneo: me llena
nuevamente de esperanzas, de cierta fe
perdida en sacristías. La paloma apoyada
sobre el sentimiento de la grandeza
del alma, en la mística
que me devuelve la fuerza, el desafío
vacilante todavía, pero bastante fuerte.
Desafío a la muerte, a los impíos.


(de Aria Da Capo)

WALTER TORRILLA


TU NOMBRE


para poder mirar
preñé mis ojos
con tu nombre

para poder soñar
improvisé un tiempo
con tu nombre

y ahora estoy aquí
huérfano
en los telares de la tarde
sin poder hilvanar
mis restos

y ahora estoy aquí
esperando
que la noche
me de algún color


OSCAR VICENTE CONDE




EL HOMBRE DE LA VENTANA

Los años, aunque no muchos, han transcurrido implacables. En su rostro están las marcas de un pasado fatigoso y el color encarnado que deja el alcohol. Sus ojos atesoran viejas imágenes. Todo en rededor es un paisaje inexistente para su soledad. Viste siempre el mismo saco azul y ajado, en extraña simbiosis con su presencia. En el ojal de la solapa un clavel blanco, siempre puro y nuevo. Lo cambia, sugestivamente, todos los días. Por las tardes llega hasta el viejo bodegón y se sienta junto a la única ventana que da a la calle. Siempre la misma mesa. Los parroquianos saben que esa es "su mesa".
Es como una institución en el lugar. No conocen su historia ni su nombre. Son jóvenes como para saberlo. Quizá el dueño del local, ya viejo, pueda tener algún conocimiento. Jamás ha mencionado algo al respecto. Aunque en verdad, no podría decir con exactitud cuando comenzó este hecho.
El señor de la ventana toma varias copas de coñac, silencioso y pensativo. Quince minutos antes de cerrar el negocio, generalmente a media noche, se retira. Un rito que cumple diariamente desde hace mucho.
Ni las inclemencias del tiempo han logrado quebrarlo. Nadie indaga ni demuestra el mínimo interés. Simplemente lo incorporan a la geografía del recinto.
Una tarde llega al bar y lo encuentra cerrado por duelo. Un descuidado cartel informaba el fallecimiento de la esposa del dueño y el lugar del velatorio.
El hombre se sienta en el umbral. Hay en el una mezcla de tristeza y bronca.
Como si cumpliera con el rito diario, se incorpora quince minutos antes de media noche y cansinamente comienza a caminar. Deambula por infinitas calles. Se sienta en el banco de una plaza hasta avanzada la noche. Es evidente la desazón y angustia. Desea hacer algo pero su conciencia lo bloquea. Es una desigual lucha con su ser interior. Sin saber como, saca fuerzas, y decide hacer lo que su corazón le indica. Se dirige al velatorio. Entra a la sala, como si estuviera vacía. Decididamente avanza hacia el féretro. Se detiene a los pies del mismo. Retira el clavel blanco de su solapa y lo deja sobre las manos de la extinta. Se retira cabizbajo mientras recita incansablemente: ¡Tantos años esperando!

MÓNICA MUÑOZ




GAVIOTAS

Las veo,
a ellas, dignas,
altas,
en ese gesto que oblicua el viento,
en una decisión de vuelo
nacida en la intemperie.
Soy mirada en su despliegue firme
idea en el apenas quiebre de sus alas
y es el horizonte
quien me dibuja
en su contraluz y su canto.
Ah!…dejarse ir en su blanco y negro,
en su ojo impávido
casi ausente –diría-
y afrontar lo improvisado de su vuelo
desde este aletear del alma
que mira y mira
mientras ellas,
giran
hasta desaparecer
en un ir que afirma su presencia
por el rastro que dejaron en mi cielo.

JULIO CARABELLI





MANEQUÍES


La gente se detiene ante la vista de aquellos maniquíes con la ropa de última moda y él está orgulloso de su vidriera conteniendo el silencio que prolonga con cada uno de los vistosos muñecos a los que Silvina acicala con esmero sin olvidar ningún accesorio al tiempo que les habla mientras anuda la corbata de Mario o cierra el collar que tan elegante luce Elena y viendo satisfecho lo que sucede dentro de su negocio no puede evitar pensar en el inspector de policía que vendrá como todos los días a pararse durante horas frente a sus maniquíes de puro obsesivo y lo peor es que a él lo mira muy severamente como miraría a un asesino serial sin preguntarle nada para volver su vista inquisidora sobre los quietos muñecos y aparta con un ademán la idea o el recuerdo del molesto inspector que sin duda llegará pero al que no verá hoy ni en sueños con la mente puesta en su casa a la que se irá llevando con él la imagen de Silvina cepillando el traje de Antonio para volver al día siguiente y al otro haciendo caso omiso del policía por un tiempo que pareciera tener calculado porque lo mismo sucedió con Marisa a quien Silvina ya no podrá vestir por haberse quedado como los otros muñecos tercamente quieta.

MIRIAM CAIRO






COSMOS

El está allí, de pie sobre el pedazo de mundo que nos hace coincidir. Puntual en los minutos que el tiempo nos concede. Simplemente está allí, y su sola presencia construye mi universo.

BENDICIONES

Es bueno que haya un hombre capaz de despertar a una mujer, aunque sus vecinas tiemblen por comparación.

FE

Yo creo en él cuando muerde de amor las fibrosas marañas de la aurora y cuando besa dulcemente los tobillos del anochecer.
Su labio modula palabras para nosotros, palabras que nunca le daremos a ninguna canción.
Yo creo en él cuando me besa aquellos labios y sube eternamente desde ellos hasta mi boca, porque la noche, con sus senos divinos, derrama el chorro del instante infinito.

RUBÉN VEDOVALDI





traza
dedos de tiza
esa
flecha que me ha
traviesa

toca
ojos de mi sueño
con labios de agua

sabe
que del abismo
sube
ese deseo
a
con
fluir
bajo el puente del beso

sábado, 24 de noviembre de 2007

JUAN JOSÉ MESTRE




PROFECÍA


Cuando los cerezos florezcan,
ya no estaré bajo su sombra;
estaré justo allí donde el horizonte
se divide entre la nostalgia y el olvido,
justo allí donde tu mirada sea luz disgregada,
anodina belleza que nada observa,
un despojo de pupilas azarosas por la búsqueda.

Cuando la blancura sea en el sendero,
ya habré recorrido todos los caminos,
todos los valles,
todos los ríos,
y no hallarás mis huellas para desandar el llanto
quebradizo como el polvo estéril de la tarde
que busca su propia muerte anunciada.

Cuando el cielo se caiga de tristeza,
allí sí nos encontraremos.

SERGIO MINORE



ALMA



Se volvió un pasillo angosto,
de baldosas desparejas,
de paredes desgarradas
por el tiempo y la humedad.
Un lugar insolente a la mirada,
donde la lluvia
moja las pocas plantas
que crecen
en viejas latas de pintura.
Se volvió un pasillo angosto,
donde de vez en cuando
- cuando no le duelen los riñones -
una vieja señora gorda
arrastra lentamente sus chancletas
para acercarse a encender
una vieja lamparita
que cuelga de una telaraña negra
y luego se vuelve a su casa,
incapaz de sentarse un rato
bajo ese ínfimo techito,
que no la cubre del agua.
Sienten pudor de pasar por ahí
hasta las ratas del galpón,
hasta las polillas, hasta la mugre
que empaña el aire.
Se volvió un lugar inhóspito,
un desierto en pleno Buenos Aires,
un agujero
en la pared de la noche.
Se volvió un pasillo angosto,
un pasillo que comunica
el hogar dulce hogar de la envidia
con una casa tomada por los gitanos,
pero eso sí,
ni siquiera uno de ellos
se anima a pasar
siquiera corriendo ebrio por ahí.
Sólo, de vez en cuando,
la señora gorda
se preocupa de ir
a encender la vieja lamparita,
no vaya a ser cosa
que se queme
y que nadie más,
nunca más,
bajo ningún pretexto
pueda llegar a afirmar
que ese pasillo angosto
alguna vez fue un alma,
mi alma.


RAQUEL FERNÁNDEZ




REQUIÉM DE LA PIEDRA


Morirán.
Las raíces minúsculas del líquen
-silencioso asesino-
horadarán el pulso de la roca,
penetraran en la sagrada entraña,
profanarán pétreas voluntades.
El viento esparcirá
las ruinas del misterio;
habrá una lluvia mojando el vacío,
la grieta en el tapiz del tiempo,
la ausencia colosal de la cabeza.
Devastada,
la memoria triangular
rodará por el luto,
la boca reverente masticando la nada,

el silencio agazapado en los dientes.


"Ojos que miran al cielo"
Ed. Amarú.-

NORMA TRAFERRI






CLAVOS Y MADERA


Intervino un hombre sin edad y dijo: Soy agnóstico. He vivido y escuchado mucho. Ha habido siempre desde que el hombre se paró sobre sus piés, la memoria casi no existía. Miles y miles de hombres cambiaron los discursos, los métodos, pero no los motivos, que son los mismos.
Si los tomamos como larva, quizá nunca construirán una casa. No darán clavos ni madera. Ni lo que es más peligroso, no sabrán construir ni una puerta, pués todas las teorías como la suya, como la mía se destruirían. Podrían darse cuenta para que sirve. Abrirla y encontrar la libertad. ¿Cómo podríamos llamarlo, metamorfosis de larva a ser humano?. Sin mediar tiempos para el cambio, ni para preparar nuevas estrategias. El objetivo de ellos siempre es el mismo. Cuando no se quiere hacer conocer lo que en realidad sucede, cuando se quiere que no suceda lo que se pide. A efectos siempre el mismo, ver materializado lo que desean.
Y no importará entonces si hay Dios, uno, muchos o ninguno.
Sordos a discursos "subversivos". Generando siempre ciegos, guiándolos a caminos crípticos, ofreciendo paraisos, que nunca verán, y continuarán creyendo que el próximo concretará lo que desean. Mudos, porque a que todo está dicho en el discurso y nada para agregar. Es perfecto.
¿Será entonces que?: Cada uno oirá dentro de sí, su deseo, y eso hará.
Cada uno sabrá por donde desea andar y donde llegar.
Cada uno dirá lo que siente y piensa a otro, y ese otro continuaría la cadena de voces.
A través de los siglos, en todas las culturas de cada rincón de nuestro planeta, si intentamos hacer una restrospectiva casi infinita, como se escribió no hace mucho en un libro, El gatopardo, "Algo hay que cambiar, para que nada cambie"
Más, en el fondo de mí, vive la Utopía.

MARTA C. SALVADOR





POETA DE LA TIERRA OCRE


.......................A Cecilia Glazmann. Escritora de la Prov. de Chubut


Mujer de la tierra ocre,
ha nacido otro hijo…
Esta vez, sin sangre,
sin venas.
Tu corazón asoló la espada
del verbo pulcro,
estirpe nueva.
Gran talla.
Dueña del secreto celeste.
Del gran arco que avizora
el cansancio púrpura,
de rojos atardeceres
sobre bardas color sepia.
Ahí; ahí has puesto tu alma,
Tus llagas infinitas
que perforan el cielo.
El vuelo de avutardas,
cántico que llora,
manos aladas
señalan ahora.
Chubut: ancho vientre…
Arrasa tu mirada,
poeta de la tierra ocre…

CAROLINA FALCÓN






LUNA LEJANA


De vuelta a casa
las calles dicen que
hace frío.
El rocío moja la
cara y el viento despeina
los árboles. Desde la vereda
los frutos
del cielo alumbran
las huellas que los ojos
van dejando sin querer...
A lo lejos el portón está cerrado
como si fuese un pimpollo
sin luz y nuevamente
la mirada apunta a aquel
gran ojo de luna.


CARLOS MARGIOTTA



AGUJEROS

En una época no muy lejana yo era fabricante de agujeros, sí. Tenía un pequeño taller en el conurbano bonaerense y, si bien no realizaba una gran producción, satisfacía holgadamente las necesidades de mis clientes. Había aprendido el oficio de mi padre, aunque él los hacía de medida, uno por uno y a gusto del comprador. Él los atendía personalmente, les tomaba las medidas y los dejaba hablar como en un confesionario para comprender la calidad de la hechura que debía hacer. Después, con suma paciencia, confeccionaba unos agujeros a mano de gran calidad. "No hay otros mejores, hijo, decía, si hasta el presidente Perón me mandó a hacer uno de luto para los funerales de Evita".
Yo, en cambio, me dedique a la fabricación en serie: agujeros para la construcción, decorativos, para puertas y ventanas, para botellas, tazas y pocillos, ojales de todo tipo y no sé cuantos más, pero nunca me atreví a hacer agujeros orgánicos. Recuerdo que en aquel momento el rubro que mejor andaba era el de repuestos de automóviles porque habían aparecido nuevos modelos.
A pesar de haber mucha competencia, el negocio daba para todos. En la cámara empresaria que nos agrupaba fijábamos los precios base de mercado, y de allí para arriba cada uno se las arreglaba como podía. Éramos parte de la industria nacional, decían los diarios, la que daba trabajo, la que engrandecía la Nación. Y yo les creía, pagaba mis impuestos, reinvertía en la fábrica, ampliaba el stock, diversificaba los rubros, y me endeudaba en dólares.
Mi padre por su parte, seguía haciendo agujeros a medida. "Son agujeros emocionales, verdaderos, son agujeros humanos, no como los que haces vos. Son los que la gente siempre va a necesitar", me decía. Él, con su poca ilustración, sostenía que todos perdemos algo, que donde hay una ganancia siempre se hay una pérdida y que por eso el negocio de los agujeros va a seguir funcionando. Pero su actividad fue decayendo lentamente, en parte porque eran muy caros y además ¿quién tiene tiempo de irse a encargar un agujero a medida y probárselo varias veces antes de llevárselo.
A principios de los noventa empezaron a entrar al país agujeros importados, muchos más baratos que los nacionales y de mejor calidad. Se vendían al por mayor en el Once y en los negocios de todo por dos pesos. Mis colegas empezaron a dejar de fabricar y se dedicaron a importar mercaderías. Yo seguía empeñado tercamente en la misma y me fui fundiendo.
Los productos globalizados eran tan sofisticados, tan insuperables y de una enorme belleza, que no parecían agujeros. Los había para fiestas, reuniones sociales, para el trabajo, para regalo, uno para cada ocasión. Los había disimulados, ocultos, camaleónicos, sin costuras, con música, con películas y los más atrevidos con juguetes sexuales. Los más vendidos eran unos de origen chino de la marca TODO BIEN, que venía sin fallas. Todo el mundo parecía feliz, nadie tenía problemas, todos sonreían, estaban arriba, se había acabado el sufrimiento. Todos vivían tapando sus agujeros.
El dólar valía un peso, la gente viajaba a Europa, se compraba un auto, cambiaba el departamento, mientras que la mitad de la población descendía rápidamente al túnel de la pobreza. Yo cerré la fábrica y clausuré mis sueños. Ahora me dedico al negocio de la reparación de agujeros y trato de descubrir los propios ayudando a los demás a encontrar sus agujeros perdidos.
El mes pasado se murió mi amigo Derlis Maddonni, nuestro querido dibujante de la revista, un artista excepcional y una mejor persona. Al enterarme fui corriendo al baúl de los recuerdos que me dejara mi padre y busqué un agujero así de grande para ponérmelo en el pecho. No sentí ninguna vergüenza, sólo el orgullo de haber sido su amigo. ¿Para qué ir disimilando tanto dolor?

PERE BESSÓ


EL PAJARERO DE LAS MANOS VACÍAS

..........................A Encarna Sant-Celoni

Aterido, como un pájaro inocente, te consumes
en este balsón de las almas en pena,
mirlo de las nubes negras,
adamantino,
como el ala de las aguas,
en la caída misma la imperfección de los tuyos,
vítor del amor de cordillera,
mientras engulles el linaje umbrío del país que te resuella,
el muérdago de la liga,
el alambre,
el cercado,
la línea de barra indefinida en un horizonte de presagios,
la espuma de mar adentro de birra caliente en la balada de Tom Waits
o el bies de las enaguas del mirlo en el paseo de los lirios hediondos
del atardecer,ajas y amargas las mejillas del tiempo de las acerolas
con agua de borrajas en esta sentina derrocada
de la calle de Arriba del barrio del Carmen,
pero siempre al acecho de los cangilones de los vicios pequeños.
"LES ROSES DE LANCELOT"
(2006)

JOSÉ REPISO MOYANO






PUEDES


Como el mar puedes echarme
el agua desde tu sangre.


Como el Sol puedes decirme
los caminos que tú sigues.


Como el volcán florecerme
ayer, hoy, mañana y siempre.

GUSTAVO TISOCCO






Caen las hojas en las veredas,
por elevar vuelo se escapan de sus gajos.
Las ramas inquietas perciben el adiós.

El otoño se vistió de borceguíes y un manchado traje verde,
calzó sus lentes oscuros, tomó el fusil
y arrasó cipreses, ombúes y fresnos.

Aúllan por la acera las tristes ninfas
diezmadas en color amarillo,
resquebrajados suplicios
emergen mientras sucumben.

Ahora es invierno en las calles.
Un viento frío supervisa los bares, las iglesias, las plazas,
no sea que aparezcan nuevos brotes.

Desaparecieron las hojas,
nunca más primaveras ni risas juveniles,
solo flores de plástico en el jarrón del lujoso escritorio.

DIEGO M. (cruzagramas)






INSTRUCCIONES PARA CARGAR EL CELULAR

..............un humilde homenaje a Julio Cortazar; espero no haberlo ofendido


Pensá en esto: cuando te regalan un celular te regalan un pequeño infierno parlante, una cadena de mensajes, un calabozo de ringtones. No te dan solamente el celular, que los cumplas muy felices y esperamos que te guste porque es de buena marca, con cámara de fotos, mp3 y blue tooth; no te regalan solamente ese menudo aparato histérico que te atarás a la cintura o a la cartera y pasearás orgulloso. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de vos mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su funda como una garrapata desesperada prendida de tu carne. Te regalan la necesidad de cargar su batería todas las semanas, la obligación de tener crédito para que siga siendo un celular; te regalan la obsesión de mirarlo a cada rato para ver si tenés un mensaje, de ponerlo sobre la mesa en una reunión por si recibís un llamado. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan el de tarifa más baja y el de mejor señal, te regalan la tendencia de comparar tu celular con los demás celulares. No te regalan un celular, vos sos el regalado, a vos te ofrecen para el cumpleaños del celular.

jueves, 22 de noviembre de 2007

MARCELO JUAN VALENTI




ENCINAS


Ornamentadas con ahorcados,
negra exhibición de lenguas.
Las niñas muertas
los azuzan
con ramos de magnolia,
les incrustan
en la frente
un furioso rubí.
Se rasgan con desazón
los pétalos
en el macizo de rosas.
No toleran
la contemplación
de esos ojos reventados,
el vaivén de los cuerpos,
el almizcle recogido
en ánforas
de estaño.
Todo mi ser se sublima
entre las lajas
de la otra orilla.

VICENTE RODRÍGUEZ NIETZSCHE



TRES CIUDADANÍAS...



No acepto tres ciudadanías.

Me basto con sólo dos;

las que todo hombre querría.



La de mi tierra borinqueña

y la de los cielos,

en la otra vida.


No quiero más estrella que la mía,

ni más nacionalidad eterna

que la celestial ciudadanía...


Puertorriqueño

Puertorriqueño