sábado, 24 de noviembre de 2007

NORMA TRAFERRI






CLAVOS Y MADERA


Intervino un hombre sin edad y dijo: Soy agnóstico. He vivido y escuchado mucho. Ha habido siempre desde que el hombre se paró sobre sus piés, la memoria casi no existía. Miles y miles de hombres cambiaron los discursos, los métodos, pero no los motivos, que son los mismos.
Si los tomamos como larva, quizá nunca construirán una casa. No darán clavos ni madera. Ni lo que es más peligroso, no sabrán construir ni una puerta, pués todas las teorías como la suya, como la mía se destruirían. Podrían darse cuenta para que sirve. Abrirla y encontrar la libertad. ¿Cómo podríamos llamarlo, metamorfosis de larva a ser humano?. Sin mediar tiempos para el cambio, ni para preparar nuevas estrategias. El objetivo de ellos siempre es el mismo. Cuando no se quiere hacer conocer lo que en realidad sucede, cuando se quiere que no suceda lo que se pide. A efectos siempre el mismo, ver materializado lo que desean.
Y no importará entonces si hay Dios, uno, muchos o ninguno.
Sordos a discursos "subversivos". Generando siempre ciegos, guiándolos a caminos crípticos, ofreciendo paraisos, que nunca verán, y continuarán creyendo que el próximo concretará lo que desean. Mudos, porque a que todo está dicho en el discurso y nada para agregar. Es perfecto.
¿Será entonces que?: Cada uno oirá dentro de sí, su deseo, y eso hará.
Cada uno sabrá por donde desea andar y donde llegar.
Cada uno dirá lo que siente y piensa a otro, y ese otro continuaría la cadena de voces.
A través de los siglos, en todas las culturas de cada rincón de nuestro planeta, si intentamos hacer una restrospectiva casi infinita, como se escribió no hace mucho en un libro, El gatopardo, "Algo hay que cambiar, para que nada cambie"
Más, en el fondo de mí, vive la Utopía.

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