miércoles, 14 de septiembre de 2011

JORGE LUIS ESTRELLA



EL DIRECTOR DE ORQUESTA  



Se enfermaba el aire

ante el merodeo aleteante de los pasos.

El estanque, nublado,

hería la columna de los peces.

Árboles, a gritos,

mordían la luna en pleno día.

Cóndores sin plumas

picoteaban el alimento de los gatos.

Ni siquiera había Apocalipsis,

sólo un estarse quieto

ante el derrumbe.

Terraplén de sorpresas

que pasaban inadvertidas.

De tan vicioso, internaron al círculo,

pero su adicción permanecía.

El libro de quejas estaba harto

y no había dinero para comprar otro.

Con las manos atadas a la espalda,

el director de orquesta dirigía.


-Buenos Aires-

1 comentario:

galáctica dijo...

¡Jorge, qué divertido resulta este Apocalipsis! El colmo del colmo se da en los dos últimos versos. Como siempre lo hacés nos provocás la sonrisa a través de lo irónico y a la vez fresco de tu mirada disparatada. Sos una reencarnación de Girondo con agregados actuales. ¡Excelente! Irene Marks