NOVELA
Escribo,
el cuaderno apoyado en la mesa del bar
la puerta nunca está cerrada y entra
un aire de ceniza que enreda la garúa
crepitan las ruedas
un engrudo de agua y tierra
y vela la noche mis palabras y las cubre:
Sábado, madrugada y frío.
Me inquieta una fricción de cables en el ascensor
se detendrá en el sexto
como cada sábado
tiritando a la deriva
busco el ansiolítico
en el cajón donde guardo las cartitas
de mis hijos,
y un vaso de agua
sin pensar en mañana.
Oigo largo el quejido
de los autos al doblar.
Marcas de la huella
una sobre otra:
palimpsestos en el limo.
De su libro: “Diario de la plaza y otros desvíos”
-Rosario, Santa Fe-
3 comentarios:
gracias Norma, por darle cabida a mi poema en tu revista. Un fuerte abrazo, Marta
Hola Marta: muy logrado este poema de dentro de otro poema, esta circunstancia de la que escribe en el bar y de la novela y de dos realidades que se alternan.En ambas el momento tiene igual fuerza por lo que regresa como siempre la eterna pregunta:¿cuáles son los límites de la realidad, cuál de estas distintas realidades que somos nos representa, o es que somos todas ellas , la invisible, la soñada, la temida y la deseada?
Saludos poéticos de Irene Marks
Gracias querida Irene, tu lectura siempre toca el fondo de todo lo escrito, el quid. Somos la suma de todas esas "realidades"... o lo más parecido a eso, suma, compendio, no sé. Misterio, siempre misterio, lo vamos deshojando como podemos. Abrazo, Marta
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