jueves, 15 de enero de 2009

RUBÉN VEDOVALDI


¿Adónde fue a parar,


aquel caleidoscopio de vidrio y cartón floreado
regalo de la señorita Delia
mi primera maestra?

¿dónde andarán los almendrados ojos
de Graciela Néctar Amaral, la conejita?

¿dónde el trompo de lata zumbante de madrina,
los tarros con bolitas requete-antiguas
las figuritas,
las funciones del Cine Teatro América?

¿en qué vuelta tumbó
aquel autito de caucho azul y plata?
¿y el barco verde
con piratas negros y blancos?
¿dónde estoy, dónde están;

cómo pudieron perderse
........................si yo era su dios?



4 comentarios:

diana poblet dijo...

Me mataste Rub´n,

¿...cómo pudieron perderse
si yo era su dios?

Es bueno tener los años que suele tener uno y pensar con ese delirio inabarcable que tiene el alma de un niño.
Si uno pudiese resguardar ese pensamiento, otra sería la mañana.

Muy hermoso.
un beso,
d.

Anónimo dijo...

Rubén; Qué lejana y cerca a la vez está mi niñez, tu poema me hizo volver a ella con la emoción en los ojos y ese nudo que a veces nos oprime el pecho. Gracias por el poema.
Víctor H. tissera

Anónimo dijo...

Coincido con Víctor, tan lejos y sin embarco, tan cerca está la niñez; sólo basta un buen poema para revivirla y emocionarnos. Felicitaciones Rubén y gracias por compartirlo.

Elisa Dejistani

Gustavo Tisocco dijo...

Poema melancolía y ternura que se torna maravilloso.
Un abrazo gus.