martes, 1 de mayo de 2007

MARIO KON

I

Distantes, con rostro ceniza
Merodean dormidos espectros
Invisibles figuras envueltas
En sombras removidas por recuerdos.

Opacos de visión,
privados de toda sangre
abren silenciosas hendijas
huellas de tiempo perecido.

Miradas de enrojecida nieve
entablan diálogos fugaces,
idiomas olvidados.

Un itinerario mece la fantasía
mágico resucitar invencible
y con pálido resplandor
nacen renovadas plegarias.

Peces del pasado convocan
desveladas
imágenes del aromado vientre.


II

La quimera transforma historias
pequeños universos de campanas quemadas
brumas sin rastros,
caminos sin redención.

Alucinados detellos liberan padeceres
desnudos resquicios, pasos abiertos
a blancas gotas de insomnio.

Agazapadas almitas
rondan sigilosos senderos,
laberintos húmedos de tierra
en la noche siempre azul.

Agitando fatigadas lámparas
seducidas vestales celebran ritos
y un jadeante vuelo de luz
persigue fantasmas clamantes de vida.


III

Entre vacíos penumbrosos
deambulan, retornan,
implacables guardianes de memorias.

Impiadosos,
acosan horas sofocadas,
rebeldes grises
caras extraviadas con lejanía de infancia.

Espantadas brujas del amanecer
huyen del relámpago cegador;
solo una tregua en la solitaria vigilia.
Otros espìritus rodearán despiadas
mudas antesalas de creación.

Absueltos de oscuridad partirán
duendes amarillos
fragmentados en insalvables hechizos.


"Fantasmas"
Ediciones del Gajo


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