martes, 13 de septiembre de 2011

GABRIEL PAZ


SUITE FINAL PARA LA PEQUEÑA TRAVIESA

A la pequeña traviesa, con cariño

Numero uno

Quiero dejar claros sus años y toda la tinta preñada de deseo
Escribir en una maquina de vidrio la nota final al remitente -femenino-maravilloso que no ha desprendido las alas
Escribirla menos santa
Escribirla menos pasionaria y regar frivolidad por la pantalla
Decir aquí y para siempre: Bella, hechicera, candado del atardecer

Usted
Usted descalza en sus zapatos propios
Usted llegando como si fuera la extranjera de mis piernas

Mi niña para tener quien la mime quien le escriba
Profesor para sus redes sin fondo en la aventura de la pesca
Cada legumbre del lenguaje flotando la deriva de la sopa literaria
Amanecer atado yéndome llorando
Proscrito evitado levitando mi cuerpo pesado

Blanca
Cubierta de cielo tostado
Podría agarrar la fiebre diaria en silencio sin lugar a la duda sin espacio para las huellas
Y escribirte la misma fiebre toda sobre tu pancita seca de nube
Con las agujas rojas que inyectan mi verso

Número dos

Todas ustedes tienen un novio que no las merece
O tienen un novio que es el residuo del novio que traté de ser
“Todas” es una palabra demasiado grande

Segmentemos:

La de los ojos tristes
La del canguil erosionando
La de la pascua
La del musculo en el viento
La de los coyotes
La de las mejillas
La que soñaba con duendes
La que hablaba con mi madre
La que se burlaba de mis rodillas
La mujer rotulo
La virgen de las moscas
La que contaba chistes sobre la sodomía en los primeros años del cristianismo
Ustedes
Algunas
Nunca todas

Segmentadas



Numero tres

¿Qué es eso que nos marea de nostalgia en las fotografías gastadas?
¿Qué nos pone y nos propone incesantes interrumpirnos cadavéricos?
¿Qué se sienta a contemplarnos al crujir de las lágrimas ardiendo en la chimenea marina?

Estas ganas de ahogarnos sobre los muebles viejos


Numero Cuatro

Aquí
tu cinto y sus nudos,
tu flanco y sus finales
y toda el agua que te ha bañado toda tu vida

Deposito aquí
las palabras que camellamente audaces
sumaron un oasis en su sed
un cigoñal enlodado
un río entregado a su rumbo

Bien serías ahora una flor podrida de rocío
o una mujer llena de vidrios,
herida,
donde el tiempo desafía sin licencia la desnudez

Bien serías pensamiento
o vapor estirado sobre la ilusión de mi voz que canta Calamaro,
su turbulencia de puerto, las lindes doradas de sus recuerdos y el micro-tango

Aquí
la terquedad de mi veneno,
tu cinto y sus nudos,
tu flanco y sus finales
donde la adicción a tus palmas rosadas no tiene cura
y su tratamiento es lento,
como la muerte germinando en el lodo de la vida

Número cinco

Anoche te soñé
tirada en una playa blanca,
rodeada de pescadores trasnochados y viudos
La bahía con sangre en su pico de gaviota
Las estrellas con las piernas abiertas, heladas, borrachas de luz.
El día mecería tu cuerpo entre la claridad y la neblina
y cada relámpago limpiaría la tierra de coyotes erectos

Número seis

Soy mis manos que galopan tus manos

Tienes las manos de un litoral ardiente

Secos, ciegos, pero calientes por dentro
los dedos asumen que todo lo que existe es piel

Número siete

Para escribir tu póstumo en la sepultura de este no-amanecer.
Mi no-poema de Agosto huyendo de mi sol.
Aún con los calzoncillos fogosos, el poema se viste y se va, apagando las luces
Como un tifón romperá la finca vacía, subirá por los aires matando las aves, y se irá para siempre escupiendo la voluntad, disparando a discreción




Número ocho

El diablo no se lleva tus cruces de mi cuerpo
El espíritu se lleva la cuchara a la boca pero no come
Las monedas lucen impecables sin tus domingos de pin-ball, sin tus sábados domingueros
La luna rosada de Nick Drake en tu cuaderno de ciencias
La rosa prohibida de mi jardín del bien y del mal
El camino de los trashumantes españoles en busca del oro
Woodstock y sus hippies desnudos haciendo el amor en la muralla del barro
Todas las bancas grabadas con mi nombre en tu colegio de monjas
Corazones de tiza en la pizarra
Muslos dorados bajo el asilo de los almendros
Tu sabana rosa, peluches bobos y globos flotadores
Abracadabra de desastres
Colegiala perdida y evangélica
Ilumina el camino de tus dones con velas de incienso para los próximos ciegos

-Guayaquil, Ecuador-

1 comentario:

galáctica dijo...

Un poema de gran lirismo, donde el erotismo y la nostalgia alternan con la pasión y las heridas del tiempo, mientras los imágenes nos llevan en un viaje hacia tierras febriles, imaginadas, donde el pasado tiende su velo de inocencia.
Saludos poéticos Irene Marks