domingo, 8 de mayo de 2011

NORAH BARRANCO


APAGUÉ TU INCENDIO Y ME CONDECORÉ LIBRE

Bastó sólo un roce,
a la altura del codo
en mitad de la calle.
Un segundo de pieles en fricción,
una explosión
de dimensiones inabarcables
dentro de nuestros cuerpos.
Buscamos guarida en el coche,
abriéndonos, inconscientes,
los brazos al repentino deseo.

Repetimos la misma toma
en escenarios diferentes.
Una serie de éxito
para las madrugadas de los viernes
de una temporada completa,
que nos quemó las ganas
y la confianza.

Sustituyendo los arrebatos
por palabras
logramos abusar de ellas.
Las arrojamos con saña
en plena herida,
hasta dolernos las muñecas
por la atadura exigente
de ilegítimas ínfulas de propiedad.

Se extinguieron de golpe
el roce y el incendio.
La intervención salvadora
de avionetas de explicaciones
no tuvo consideración
acabando con todos los rescoldos.


Quedó el paisaje desierto
y sin esperanza de recuperación
cuando no quedó nadie a bordo.
Lo supe porque el respeto
salió por la puerta
y lo confirmé cuando la alegría
se quedó sola en un bar.

No hay fuego que merezca sobrevivir
a los celos,
ni a la sentida posesión
de lo que sólo es mío.

-Jaén, España-

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mil gracias Norma! Que ilusión me hace!!!! Ni siquiera me dijiste si te gustaba el poema así que no me lo esperaba!

Un abrazo.