martes, 8 de junio de 2010

EMILIO MEDINA MUÑOZ


RESURRECIÓN / DODECASILABO
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Cenizas mías en la promesa eterna,
del hálito para volver a la vida;
olvidar quebranto de tener herida,
esperanza dada de unidad fraterna.

Resurgir con luz de la oscura caverna
dejando despojos de males enfermos,
caminos dorados, destinos eternos,
son sueños ilusos, brindis de taberna.

Vive tu diaria realidad externa,
llevándote atada toda tu alegría,
resulta increíble tanta fantasía.

Camina en el gozo con la melodía,
soñando en la vida el presente hermoso…
y así tu camino se hará delicioso.

-Ciudad Real, Madrid-


8 comentarios:

Emilio. dijo...

Gracias, mi querida Norma.

Emilio.

carlos guerrero dijo...

Excelente soneto.

Un abrazo

Emilio. dijo...

Gracias, don Carlos.

Un abrazo.
Emilio.

Anónimo dijo...

Estilo del hombre solo
Yacía el poeta muerto desde la obscuridad sin vela, solo. Fue una noche alargada por las sombras de piedras negras y azules. La noticia del fallecimiento de Bustriazo Ortiz enlutó la ciudad lagunera que una vez más en torno al “penca” debe esperar, como si el universo del vate fuera siempre intrincado, primero su obra que se desentierra a cuenta gotas, una vasta obra inédita que se espera, y luego este estilo de despedida con sabor amargo.
Poco menos que un centenar de personas (familiares, amigos, escritores, músicos, artistas plásticos y políticos, periodistas entre otros) aguardaba la llegada del cortejo silenciado en la mañana tan fría. La carroza fúnebre se detuvo frente a la entrada del viejo cementerio y del único carro acompañante bajó la enfermera y esposa de Bustriazo, Lidia Hernández, quien no pudo esquivar las miradas de todos los presentes, y fue la grandeza del poeta Edgar Morisoli quien ofreció no sólo su saludo respetuoso a la viuda sino que también tendió y selló sus manos al levantar una de las manijas del ataúd que transportaba los restos del poeta nochernícola. ¡Hay que aplaudirlo! sugirió alguno de los presentes y un tibio aplauso cortaba el aire rancio del momento incómodo acompañando la caminata lenta y pausada hacia la despedida postergada.
Las callejuelas que crujían amarillas en la arquitectura funeraria del camposanto, entre bóvedas y panteones, surcaban el drama del adiós a Bustriazo. La congoja se advertía aferrada a la poesía que intentaba adivinar el aura que se irradia, un saludo atragantado se disparó al aire con lágrimas de salpicaduras y los abrazos se cruzaban sinceros mientras una cripta tan alta como el cielo escondía al poeta que se transmutó junto a un ramillete pampa de flores diminutas que depositaron como ofrenda lírica.
“Oh apartad sus huesos de ese carro común,
está volando la mañana sobre las alas de su edad
y hay cien cigüeñas que se posan sobre la mano derecha del sol” (Dylan Thomas)

Tal vez deberíamos pensar que no fue una despedida y esperar en sigilo la catalepsia de la poesía pretérita que se desentierra de Bustriazo que espera vivir, más allá de todo.
“Cuando la arena violeta
entierre todos mis huesos,
una calandria bardina
vendrá a llevarse mis sueños”. (Estilo 9 Del Hombre Solo de Aura del Estilo J.C. Bustriazo Ortiz)

Emilio. dijo...

Gran prosa, don Anonimo.

Emilio.

Betty Badaui dijo...

Soneto hondo, espiritual... Fue un gusto leerlo
Saludos
Betty

Emilio. dijo...

Gracias desde el fondo de mi alma, Betty.
Un abrazo.
Emilio.

Mónica Angelino dijo...

Gran soneto, bello canto.

Besosssssssss