sábado, 1 de mayo de 2010

GABRIELA MIGLIANO


AYER

Tristeza, se parte el corazón de vidrio y la sangre se vuelve agua que resbala sin ganas hacia una nada inesperada...
Tristeza de horas que se deshacen, de un beso que se pierde, de un llamado que no ocurre...
Tristeza que se filtra en las grietas del corazón que ya no resiste un parche más- Tristeza injusta del amor que se escapa, tristeza que a veces se camufla de bronca y a veces estalla en secuenciales lágrimas que nada sanan-
Tristeza de las partidas inexplicables que dejan una espina revolviendose en los sentidos; tristeza de extrañar, tristeza del amor que duele por real, que duele por sincero, que duele por la grandeza de su ofrenda.
Tristeza como esta, que inspira pero que a la vez consume-
Tristeza vulgar de lo que bien se inicia y mal acaba; tristeza punzante, que persigue, que late; tristeza insoportable y asfixiante buscando remedio urgente-
Tristeza con nombre y apellido, con recuerdos que se vuelven en contra: tristeza reveladora, que pone al descubierto tanto y tanto amor dicho, vivido y sentido.


-Buenos Aires-

1 comentario:

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Gabriela: a veces los ayeres son tristeza compacta, irresuelta, que tiende a seguir latiendo en el tiempo. Creo, personalmente, que si miramos la vida desde esa perspectiva, de todo nuestro segmento se puede obtener ese sentimiento, calmo, pero apagado. Un poema para reflexionar, te saluda,