jueves, 3 de septiembre de 2009

SARA MARCH


EL FOTÓGRAFO

Ana se había levantado a las siete. Preparó el desayuno y acomodó los libros para la clase del día. Caminó hasta la sala en busca de los apuntes e incontables papeles. Se acercó hasta el piano y miró los retratos que capturaban el espacio. Su corazón se aceleró, al ver el que Juan le había obsequiado hace un año. Lo observó con detenimiento. Recordó que aquella foto tenía un efecto especial. Miró que se miraba. Aquella Ana sonreía. El piano se escondía bajo la escalera de roble. Ana fue deslizando todo cuanto tenía entre sus manos para dejarlo caer perezosamente al suelo. Comenzó a ascender los escalones uno a uno, mientras grababa en sus pupilas las pupilas del retrato. La noche y Juan llegaron disfrazados de tiempo. El hombre llamó varias veces a su mujer, pero solo respondió un arcano silencio. Afligido, comenzó a buscarla. Pasó junto al piano. Sus ojos volvieron a fotografiar aquella sonrisa. Ignoró los papeles que habían sido despojados de las manos de Ana y que yacían, alfombrando el piso; llegó hasta la escalera, despacio y temeroso, la ascendió. En uno de los peldaños se detuvo, pues notó una mancha. Se inclinó para observar. Un ojo grabado en la madera lo miraba. Juan lo reconoció y lo rozó con los dedos. El ojo se cerró y la foto cayó sobre el piano.


-Buenos Aires-

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querida Sara: te felicito por todos tus trabajos y nos estaremos viendo prontito!!!
Un beso de Norma