VERANO-INVIERNO
Era verano en mi corazón pero invierno en las ramas de los árboles.
Un silencio de nido vacío inundaba las manos
que habían trabajado bajo el sol de la indiferencia.
Gastados de tanto barro los pies rompían en llanto
a un costado del camino que alejaba a los hombres de las hombres.
El miedo ponía en juego la astucia de sus cartas
e iba ganando cómodamente la partida.
Era verano en mi aislamiento pero invierno en la aglomeración,
en el beso que se multiplica, en la saliva que vuela.
Sobre la cama el libro de poemas dormía
soñando con impensados artilugios de ulcerada madera.
La perra le ladraba al futuro que se anunciaba apocalíptico
y, en el espejo, un mosquito se pintaba las uñas.
Detrás del miedo se perfilaba una sobria locura
ataviada con pieles de nutrias y osos boreales.
Era la vida jugando en el patio de la muerte
a una rayuela con un cielo ávido de tempestades.
Entre los deperdicios se veía la obra maestra de unos ojos
mirando desde un cuadro la más absoluta inmensidad.
Perdido y encontrado puño de dolor y rabia que acontecía
y se estrellaba contra la pared que no entiendía el idioma.
Era verano en el ideal de la belleza pero invierno en la costra del grito.
Era verano en mi corazón pero invierno en las ramas de los árboles.
Un silencio de nido vacío inundaba las manos
que habían trabajado bajo el sol de la indiferencia.
Gastados de tanto barro los pies rompían en llanto
a un costado del camino que alejaba a los hombres de las hombres.
El miedo ponía en juego la astucia de sus cartas
e iba ganando cómodamente la partida.
Era verano en mi aislamiento pero invierno en la aglomeración,
en el beso que se multiplica, en la saliva que vuela.
Sobre la cama el libro de poemas dormía
soñando con impensados artilugios de ulcerada madera.
La perra le ladraba al futuro que se anunciaba apocalíptico
y, en el espejo, un mosquito se pintaba las uñas.
Detrás del miedo se perfilaba una sobria locura
ataviada con pieles de nutrias y osos boreales.
Era la vida jugando en el patio de la muerte
a una rayuela con un cielo ávido de tempestades.
Entre los deperdicios se veía la obra maestra de unos ojos
mirando desde un cuadro la más absoluta inmensidad.
Perdido y encontrado puño de dolor y rabia que acontecía
y se estrellaba contra la pared que no entiendía el idioma.
Era verano en el ideal de la belleza pero invierno en la costra del grito.
-Buenos Aires-
5 comentarios:
Muchísimas gracias, Norma, por publicar este texto que habla de los miedos de última generación.
Este es un sitio adonde los poemas les gusta estar.
Un beso.
Jorge Luis Estrella
Por algo usted es siempre el más aplaudido, profe!
¡Bravo!
Beso grande.
Su alumna
Jorge admiro tu sabiduria y este poema es muy bello ,como dice "princesa" sos el mas apludido,(apluso otra vez entonses)
HOLA!!! GRAN POETA ESTRELLA,SIEMPRE EL UN PLACER ENCONTRAR EN LA WEB UN POEMA DE SU AUTORÍA.
FELICITO CON AFECTO.
ALICIA MAGGIO DURAND
Jorge Estrellado ha escrito un pedazo de poema que deja temblando en la costra del grito.
Será que tal vez, que su palabra rompe los bordes del universo.
Con mi abrazo,un saludo a tus 8 pulóveres.
d.
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