martes, 11 de noviembre de 2008

SEBASTIÁN OLASO


ANCLAJE

La tierra tiene otro color ahora que me cubre,
húmeda de substancias que viven aquí
mismo, donde
soy un mineral reciente
que se nutre de la nada.
Me digo que es un sueño,
que me rodean los muebles, que preservo mi raíz,
que hay a mi espalda
todavía una puerta, una calle, una esquina, un bar,
una mujer que me espera.
Y mientras tanto, una criatura sin mundo me usurpa
y me desarma la carne,
abriendo surcos en mis poros para instalarse en mis huesos.
Aquí no hay testigos. Sólo están mis escombros y su látigo.
Su sombra se obstina en hospedarse en mis venas vacías
y yo puedo sentir su viaje como una corriente de miel inesperada.
No puedo. No puedo hacer sonar los tambores,
no puedo morder su marea que me interrumpe las horas,
que modela una vejez sin anciano,
una penitencia, una trama inconclusa.
No puedo.
No puedo abandonar los basurales donde reside lo que fui.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

te espero el río de letras para el ciclo 2009.
Agendalo!!!
Norma P.

Anónimo dijo...

Poema estremecedor, viaje donde no se puede dejar de ser, aún en la descomposición.Un aferrarse a la materia , sea cual sea. Crueldad de lo inevitable, sin adornos ni estrépitos, nostalgia de la no-vida, de la no-materia por la vida, lo que vibra, la "trama inconclusa".Saludos Irene Marks

Juan Carrizo dijo...

Siempre digo que detras de un exelente poema habita un ser exquisito,será un gusto conocerte en alguna oportunidad