miércoles, 27 de agosto de 2008

MARY ACOSTA


ACROBACIA SALMICA

Atardece en mi,
ante el desnudo audaz de los espejos.
Desgrano la penumbra hambrienta
vistiendo un traje de epílogo,
sobre la fina piel gastada,
que expulsada en siete gritos
desarma cóncavos domingos de abril.
Detrás del músculo agotado,
la acróbata libélula
confabula el vuelo,
en mitad del geodésico instante,
inventando el hálito de Dios resucitado.

2 comentarios:

Gustavo Tisocco dijo...

Desde lo más pequeño el milagro de Dios.
Un abrazo Gus.

Anónimo dijo...

Mary: Tus poemas siempre son hermosos.
Víctor H. tissera