lunes, 7 de enero de 2008

JUANA ROSA SCHUSTER



........ EL VIAJE

El autobús de las 12, 30 no estaba lleno ese día. El chauffeur había sido contratado por las autoridades de la universidad para llevar a las alumnas a sus casas.
La clase de enfermería para jovencitas, finalizaba a esa hora.
Las pocas pasajeras comentaban el tema que mantenía en zozobra a la comunidad: cuatro muchachas declaradas como desaparecidas, fueron halladas sin vida. La policía tardó demasiado en hallar sus cuerpos.
Cierto es que una zona difícil de rastrillar. Altos pastizales y plantas silvestres rodeando granjas.
Decenas de personas se presentaron a declarar. Algunos padres creían haber visto un hombre rondando la casa de estudios. Llevaba el pelo muy corto, teñido de rubio.
-¿Qué más puede decirnos?
-Solía jugar con una pelotita en sus manos.
-¿Por qué no nos telefonearon?
-Podía haber sido familiar de una de las estudiantes.
El detective estaba exasperado, los padres le exigían mayor rapidez. Con sus años de experiencia, se dio cuenta que se trataba de un hombre muy astuto. Hablaba con el psiquiatra para saber por qué las elegidas habían sido precisamente chicas que pronto serían enfermeras.
Las pasajeras no habían podido concentrarse en la clase. El tema había sido el peligro al que estaban expuestas.
Gloria se sentó en otro asiento, junto a la ventanilla. La abrió, el aire golpeaba en las mejillas como si fuese el ala de un pájaro. El sonido del motor era cansino.
A medida que las compañeras iban bajando, Gloria pensó que en veinte minutos estaría junto a los leños en su hogar, que, seguramente, crepitarían esperanzas para su alma atormentada. Pronto sería su turno. Se decía a sí misma que el detective hacía lo que correspondía, para sentir mayor sosiego.
De pronto, el paisaje no le fue familiar. Tal vez el conductor habría tomado un atajo.
Gloria se dirigió al hombre del volante.
-Ya estamos llegando. Cambié el camino porque mi madre va a entregarme una vianda. Regresó a su asiento. No notó que el pelo corto y el rubio no se debía a que el chauffeur siguiera la moda. Tampoco vio la pelotita que sostenía en la mano izquierda, mientras conducía con la derecha.

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