domingo, 2 de diciembre de 2007

GONZALO ROJAS




LA RISA


Tomad vuestro teléfono

y preguntad por ella cuando estéis desolados,

cuando estéis totalmente perdidos en la calle

con vuestras venas reventadas, sed sinceros,

decidle la verdad muy al oído.
Llamadla al primer número que miréis en el aire

escrito por la mano del sol que os transfigura,

porque ese sol es ella, ese sol que no habla,

ese sol que os escucha

a lo largo de un hilo que va de estrella a estrella

descifrando la suerte de la razón, llamadla

hasta que oigáis su risa

que os helará la punta

del ánimo, lo mismo que la primera nieve

que hace temblar de gozo la nariz del suicida.
Esa risa lo es todo:

la puerta que se abre, la alcoba que os deslumbra,

los pezones encima del volcán que os abrasa,

las rodillas que guardan el blanco monumento,

los pelos que amenazan invadir esas cumbres,

su boca deseada, sus orejas

de cítara, sus manos,

el calor de sus ojos, lo perverso

de esta visión palpable del lujo y la lujuria:

esa risa lo es todo.


(De Oscuro, 1977)

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