domingo, 11 de febrero de 2007

ANALÍA PASCANER

PESADEZ (descripción)

“No hay una gota de viento”, expresarían los paisanos catamarqueños.
El aire entra lentamente a mis pulmones llenándome de pesadez. El humo del cigarrillo se estanca cerca mío, quiero elevarme junto a él y alcanzar el cielo, sin embargo no puedo hacerlo. Estoy cansada, las piernas me pesan, mis brazos rehúsan moverse, mi cabeza adquirió enormes dimensiones, mis pensamientos se fugaron. El aire me retiene anclada en el banco del jardín.
La luna permite una noche clara, observo las estrellas titilantes, trato de elevarme hacia ellas y tampoco lo consigo. Las sombras plateadas se muestran brillantes, pero no las puedo disfrutar porque mi cabeza late con tal fuerza… siento que estallará en cualquier momento. El aire me asfixia en esta noche insoportablemente calma.
Algunas mariposas revolotean perezosamente golpeando contra las luces. Un grillo rompe el silencio en la lejanía. La perra, echada a mi lado, ni siquiera mueve sus orejas cuando un bichito nocturno se posa en su cabeza.
El verde de las plantas y los árboles, desesperadamente quieto, espera un soplo de aire, una mínima brisa que lo despoje de la tierra que lo desluce desde hace días. Mi vista se detiene en el lapacho: sus ramas abrazan quedamente a la Santa Rita. En las plantas pequeñas, tan aplastadas como yo misma lo estoy en este banco, se percibe con mayor nitidez la inmovilidad. Casi imperceptiblemente, como si un movimiento rápido pudiera desprenderla de mi cuerpo, giro mi cabeza mirando una por una todas esas plantas, las de hojas grandes y pequeñas, las más altas y las más bajas: no percibo la menor oscilación.
Observo las montañas: su contorno perfectamente recortado en el cielo claro, semejando una línea recta trazada por una mano temblorosa. Imagino cada piedra y cada arbusto debajo de ese azul intenso que ostentan hoy. Debo apartar mi vista de ellas pues las siento abalanzarse sobre mí.
Todos estamos envueltos por la misma amenaza. No cierro mis ojos por temor a confundirme en este aletargamiento continuo. Si tan sólo un pequeño movimiento nos sacara de este sopor… mas el movimiento no llega.
Mi mente se despeja momentáneamente, pienso en aquellas veces cuando me resultó fácil partir colgando de una nube o montada en un satélite. Hoy no hay nubes, hoy no hay satélites. Hoy no se atreven a surcar el cielo espeso que me envuelve hasta ahogarme. Hoy todo es calma, todo es quietud, nadie se arriesga a desafiar al aire denso que nos estanca en esta noche interminable.
(escritos de la cueva)
ooooOoooo

2 comentarios:

Norma Padra dijo...

Gracias por publicarme, querida Norma, me sorprendí gratamente cuando abrí el blog, gracias!
Y también te agradezco pues vi que tomaste material de la revista con voz propia.
Sabés que justamente ayer estaba sentada en el banco del fondo de mi casa y pensaba en esa descripción, así estaba el día de ayer, exactamente así.
Si vos lo deseás, podés enviarme algunos textos para publicarte en alguna oportuniadd, sabés? Desde ya muchas gracias.
Te mando mi cariño y mis deseos que estés muy bien y tengas una buena semana.
Analía Pascaner

Gustavo Tisocco dijo...

Bello texto Analía, un placer leerte/encontrarte.
Un abrazo Gus.


http://poemasdegustavotisocco.blogspot.com