Ha cesado
esta tormenta de silencios
y escucho el adagio
que anticipa las desmesuras
que transitarán mi piel
hasta astillarla.
EL CIERRE DEL CICLO 2.008
Río de Letras
Como fermento puro de la vida,
oliendo a madreselva y a esperanza,
con empuje amazónico y helénico,
cuatro mujeres (mi esposa y mis amigas)
fundaron un Río y es de Letras.
Yo quedé allí mirándolas hacerse
haciendo descubriendo
parturiando el silencio tantas veces
bebiéndose poesía hasta los codos
trabajando detalles
hasta convertirlos en esencia.
Confieso el miedo que me daba
allá en los principios del año
cuando el niño nacía
y yo pensaba “Hay tantos niños,
¿para qué uno más en este mundo
que ignora las imágenes poéticas
y sólo se complace
en el inventario de números
que terminan siendo sinónimo de infierno?”
Yo temía que estas cuatro Reinas
gobernaran un páramo,
una ilusión de palabras y de oídos
entre sillas vacías y mesas expectantes.
Pero en el “ser o no ser” de Hamlet,
“Río de Letras” se anotó en el ser
rotundo, exacto, iridiscente
con toda la complejidad de lo que es
y goza del derecho de manifestarse humano
en toda la extensión.
La gente que ama a la poesía
se dio cita
con una contundencia que estremece
pero no fue un milagro solamente
sino producto del esfuerzo
de las cuatro Reinas
que supieron poner toda su fibra
creativa y amorosa
al servicio de este incontenible “Río”
que ya lleva un año.
Brindemos por lo que fue, por lo que es
y por lo que vendrá
para que los peces abundosos de metáforas
continúen moviéndose por estas aguas
con su infinita siembra de belleza.
Jorge Luis Estrella
ENTONCES
Proteger los murmullos del viento
para que sigan hablandole a los árboles
rocen las petunias azaleas
decoren con astucia los nidos recién hechos.
Detener la fuerza del mar
que las mareas no suspendan los viajes
y cada barco llegue a destino
o por azar encuentre y se sorprenda
del amor.
Jugar con fantasías
y aunque imposibles suponer
que algún día
o tal vez
me nombres y te nombre.
Entonces sí alzar vuelo.