miércoles, 30 de abril de 2008

MARIA ISABEL CANÉ


GRIS

Llegó hasta mí
el olor ácido
y penetrante. Gris.
Llegó como aquello
que se espera,
se intuye,
se palpita .
Ácido penetrante. Gris.
¿Por qué?
Será nebulosa
del tiempo
por la que se nos niega
el fulgor del sol
y se nos propone la oscuridad.
Gris es el color
de los que
nunca vieron el arco iris
o, si lo vieron
quedaron cegados por su fuerza
y no lo pudieron
comprender ni desafiar.
Gris es aquel
falto de toda tonalidad,
gris es aquel
que no diferencia los colores, los niega, consciente
o inconscientemente,
no los soporta,
le hiere los ojos
lo saca de ese gris patético,
enfermizo, ultrajante
de su mente gris,
neutro, difuminado,
anodino, no comprometido, siempre seguro
y asegurado por el miedo
al color
agresivo, intenso, desafiante
pero COLOR.

miércoles, 23 de abril de 2008

JORGE LUIS ESTRELLA

OJOS EN LA LLUVIA

Estaban los dos abiertos ojos en la lluvia
mirando colores de un cuadro demasiado paisaje
y el ladrón en la tele rehenes tomaba de la casa
y en la guerra el cosmos se hacía fuego en el ahora
claro se hacía lo oscuro de la vida que se deshacía
las dos piernas dos temblaban en le vagido de la vejez
atados lloraban los músculos de las dos en el vagido
pero estaban abiertas las lluvias en el parque
verdor quemado que deseaba morir como desierto
y el terrorista en la tele se aterrorizaba de los televidentes
y las religiones convertían en opio a las músicas
la noche hinchaba en vano su vela deslucida
el ozono era un animal en extinción que aullaba
se empobrecían todas las cosas del planeta todas
salvo el uranio que se enriqueciá cada día más
admirando paisajes los ojos dormían debajo del orzuelo.

STELLA MARIS TABORO


TENDRÁS QUE AMAR

Hijo mío.
tendrás que amar
tus manos que trabajan,
Tu voz que comunica,
tendrás que amar.
Debes amar el aire que respiras,
y a tus hermanos que están en tu piel
debes amar.
Amar sin limites porque
amar es llenar con lluvias
de luces al mundo.
Tan sólo el amor tiene
la fuerza de los huracanes
y la suavidad de una rosa .
Tan sólo el amor
tiene la energía del sol
y el candor de una calandria.
Tendrás que derramar amor
para hacer del dolor una caricia,
de la angustia la esperanza,
y del enojo la tolerancia .
Hacer del barro un jardín,
y de las tormentas una tierna calma.
Amar el suelo que besa a tus pies
y también el paisajeque te envuelve.
Tendrás que amar
y así podrás
hacer lo que quieras
porque sólo del amor
sólo de él
....brota lo bueno , lo noble
........la música ,
............las flores,
............. y el sol que abriga a todos.

ROSA LÍA CUELLO


VOLVER A MI INTERIOR


A veces cuando gira el sol
y el viento arde
los pájaros lastiman
con su vuelo tan errante.

Mi costado se arroja
en la brevedad de la tarde
y mueren primaveras
entre balbuceos cobardes.

Entonces se abre el cristal
que me permite la fuga
y vuelvo a mi interior
para aprender a revelarme.

SUSANA BALLARIS


Transparencia

La figura femenina lleva su vestido largo ancho diría plumoso. Hay un leve movimiento en el hombre en su sombrero al viento.
El sol esquiva cada rincón de la habitación y medio adormecido encuentra un lugar en algunos pliegues de los espejos redondos.
Están allí: esperando que uno le hable al otro.
Pero siguen serios, y yo no sé qué hacer si quedarme en silencio o decir algo, aunque sea bien bajito.
Naranjas opacas están caídas en el suelo y otras perdieron su rumbo al pasar por la ventana.
Si entrara, detrás de mí habría una puerta..
¿qué hago?, ¿ sigo mi camino? ¿o los dejo?.
Ellos están empecinados en no decir nada.. Los pies del hombre están como clavados en el suelo medio amarronado y la mujer sigue tal cual tan elegante con su vestido largo diría plumoso.
Mientras tanto, el sol sigue reflejándose usando su habilidad para inmiscuirse en los intersticios de los muebles, del cortinado, en la madera del piso.
Decido dar unos pasos.
Y giro mi cabeza hacia atrás.
Los miro.
Ellos me miran.
El sol está quieto.
Solamente se observa un movimiento sutil en el sombrero del hombre.
Las naranjas siguen allí. Nadie se ha animado a quitarlas del lugar.
Y allí en ese instante, me doy cuenta de que el óleo le ha dado una transparencia inusual a la escena.

martes, 22 de abril de 2008

GUSTAVO TISOCCO


FELINO NEGRO

Si me buscan, soy felino negro,
se persignan ante mí,
asusto.

Yeta de martes trece,
cola, que si la pisas, no te casas,
preámbulo de cementerio.

Yo cabalgo
erotizando estatuas con mi vello suave,
mi caricia perversa.

Meticuloso,
tengo hambre y sombras,
sé de espantos, creo en Dios
y abrigo pulgas.

Soy gato de plaza vieja,
disfraz de resignados días.

OLGA STARZAK


EL TÍO LALO

-¿Creés en Dios?
-Creía.
-Tratá de pensar en el bebé.
Antes de que mi mano se posara sobre su vientre, gritó:
-¡No puedo! ¡No puedo!
Todas las miradas la buscaron. Como sucede en estos casos nadie supo muy bien qué hacer. Yo opté por callar. Comenzó a molestarme el aroma de los gladiolos. Miré la hora; no habían pasado más de diez minutos desde mi llegada. Su llanto no me dejaba respirar. La tomé de la mano; no sé si se dio cuenta. Miré el reloj y me propuse, quizás por esas costumbres heredadas, permanecer allí, cerca de ella, hasta la hora del rito religioso; cuando el cura párroco se hiciera presente, aprovechando el movimiento de gente que ocasiona estas costumbres, partiría en silencio.

Dos años antes Gabriel había ingresado a la escuela donde yo trabajaba como docente del Nivel Inicial. Cuando entrevisté a la madre para conocer aspectos de la personalidad del niño, me confesó que nunca lo dejaba salir de su casa, solo; ni a la vereda. Según sus palabras vivía en un barrio muy inseguro. Se le contrajo el rostro cuando me contó que el nene, una vez a la semana, la acompañaba a las visitas dominicales permitidas en la prisión donde albergaban a su hermano. Mi hijo lo adora, dijo. Le pregunté qué posibilidad tenía de quedar en libertad y cuál había sido el delito. Sentencia por Homicidio Calificado; bajó el tono de voz, al decirlo. Cuando cumpla la mayoría de edad lo trasladarán a la Unidad 6 del Penal de Rawson, una cárcel para delincuentes que consideran con alto grado de peligrosidad. Fue en defensa propia, créame. ¡Se la tenían jurada! Cometió el error de escaparse; lo agarraron al rato, y lo metieron preso. Tenía otros antecedentes por Robo a Mano Armada. Bueno, usted sabe cómo son estas cosas: las malas compañías. Fue eso.
Callé ante su sollozo y poco después le pregunté si quería contarme algo más, me contestó que no, que sólo quería pedirme algo. ¡Cuídemelo, mucho, señorita!, imploró.
Le respondí que se quedara tranquila, que a su hijo le iba a hacer muy bien asistir al Jardín y jugar con otros chicos, que eso era muy importante a su edad; que se iba a sorprender con todo lo que iba a aprender. ¡El juega con sus hermanas!, dijo. Si yo no puedo venir a buscarlo, lo hará su abuela.
La despedí con un beso.

Gabriel se movía en la sala como un bebé gateando, se refugiaba debajo de las mesas y emitía sonidos guturales. No sabía cómo tratarlo; me dejé llevar por la intuición: cuando adoptaba esa conducta, lo dejaba hacer. Poco rato después se cansaba y se unía al grupo de niños. No tenía problemas de comunicación, nos contaba historias fantásticas: el protagonista de sus relatos era siempre su tío Lalo: un ídolo todopoderoso que los milicos habían metido en cana.
El niño a menudo se quería escapar. Decidí cerrar con llave la puerta del aula. Poco a poco comenzó a socializarse.
Un día me dijo “te quiero”.
A menudo me traía artesanías hechas por el tío, para mí, en su celda. Era evidente que el chiquito compartía con él sus nuevas experiencias. Un día quiso que leyera una poesía escrita por el recluso. Pude comprobar la devoción de los niños hacia su primer maestra: se la había transmitido al muchacho, y este había hecho suyo ese afecto.

El ciclo escolar había terminado y yo aún podía sentir el aroma siempre fresco de sus rulos.
Ahora era la hermanita la que daba los primeros pasos por el Jardín, la que ocupaba los espacios que él ya había recorrido. Gabriel la acompañaba hasta la puerta del salón y me abrazaba muy fuerte. Yo me aprovechaba de ese momento y lo retenía muy pegadito a mi cuerpo. Después, ante mi insistencia, como un torbellino corría hasta su aula de primer grado.
Al tercer año de haberlo conocido se espaciaron nuestros encuentros. El segundo grado quedaba distante de mi lugar de trabajo. Aún así, de vez en cuando, transitaba con apuro el pasillo que nos separaba y me estrechaba en un renovado abrazo.
Intercambiábamos siempre un “yo también te quiero”.
El mismo aroma en sus cabellos rizados.

Me era imposible traer, ahora, a la memoria esa fragancia, tal vez me lo impidiera el olor a incienso o la transpiración de la madre. Había empezado a apretar fuerte mi mano, y gemía.
Me alegré cuando se abrió la puerta de la sala velatoria. Es el sacerdote, pensé, y volví a mirar la hora; era temprano para la ceremonia prevista.
Entraron tres hombres. El del medio, más joven, vestía pantalón de jeans y una remera estirada. Miró hacia un lado..., miró hacia el otro. Tardó en darse cuenta adónde dirigir sus pasos. Hizo esfuerzos por caminar sin tambalearse y con los brazos envolvió su pecho. Pasó muy cerca mío y pude ver el enceguecimiento que lo sumía. Sus ojos eran dos cuencos sanguinolentos. No sé cómo llegó al pequeño féretro.
Con su presencia se acalló el murmullo y el silencio de los sepulcros comenzó a hacerse presente. Pronto lo interrumpió las expresiones de desesperación que el hombre arrancaba de la garganta. Empalideció su rostro, enjugó sus lágrimas con los dorsos de las manos y observó el cadáver que yo no me había animado a mirar. La rueda de un camión, a la salida de la escuela, había pasado por ese cuerpecito y me costaba entender cómo aún mantenían abierto el receptáculo de madera.
La abuela de Gabriel se acercó con el evidente fin de sostener al hombre, pero la fuerza del propio dolor no se lo permitió.
Nadie se movió de su lugar.
La madre soltó mi mano para llevarla a su vientre.
Respiré hondo.

El hombre se aferraba al cajón.
Cuando intentó recostarse sobre el ataúd, me asusté. El eco de su desgarro me devolvió a la realidad: las rodillas se le quebraban; si se soltaba caería desplomado. Había escuchado hablar, literalmente, de un cuerpo doblado por el dolor. Ahí estaba.
A un mismo tiempo las dos personas que habían entrado con el joven, se acercaron con prudencia; lo tomaron cada uno de un brazo y con poquísimo esfuerzo lo arrastraron hasta la puerta de entrada. Vaya a saber con qué energía, allí se incorporó.
No ofreció resistencia cuando uno de los sujetos juntó sus muñecas y el otro lo esposó.

Al cerrarse la puerta se generalizaron los rumores. Voces que intentaban ser respetuosas se oían cada vez más alto.
Salí de la sala mortuoria. En el camino me crucé con el sacerdote.
Elevé en silencio una oración.
Por Gabriel.

Por el tío Lalo.

MICHOU POURTALÉ

Arrojada de mi busco el despliegue
incapaces miembros me encorsetan
y son vara sin cintura
ni cimbreo como saeta y tallo
giro en el afuera desde adentro
no hay soporte sólo cavidad cárcava
donde voy suelta con el pensamiento.
Una instancia crespa el aire y burla
a mi pequeño visceral navío carcaj
para esta hablante que lo habita
en un tiempo de vuelo vulnerable
y a pesar del ropaje carnal
al que sólo la muerte puede sorprender
persisto incisiva en la búsqueda.


"Damero para un cuerpo"
Ed. del Copista

MARTA ORTÍZ


Me detuvo el límite

el tapial partió en dos
parcelas el terreno.
La infancia repartida
entre los frutos de la tierra.
Mi padre hendía
minuciosa la huerta
como la otra
que mi abuelo
piamontés labraba

en tardes amarillas
de otoño
él miraba a lo lejos,
a ver si el aire devolvía
la imagen
que la memoria
empobrecía.

Desde un fondo de tiempo,
la niña mira.
Sostiene diademas
de flores secas.
La mece un urgente caudal
de hondo cauce.

No detiene la payana
de pulidos carozos de níspero
aprende
trucos de malabarista.

JUAN JOSÉ MESTRE


LA AFINIDAD

Se sentía solo. Casi como siempre. Pero hoy más. El frío era una evidencia más del insulso acaecer de la mañana.

De pronto se le ocurrió algo. Tal vez, llamando a una de esas hot lines que tanto promocionan en la tele obtendría una voz con la que charlar un rato.

Una dulce muchacha lo escuchó, paciente, durante una hora. Acordaron una cita. Cuando colgó, se dio cuenta de algo que se le pasó por alto: la señorita lo había citado en las Cibeles, frente a la Casa de las Américas en Madrid y él estaba parado frente al puerto de Buenos Aires, observando la fuente de Las Nereidas.

Comenzó a caminar despacio. Una sonrisa se le dibujó en el rostro al pensar en la intensa conexión que tenía con su flamante novia.

lunes, 21 de abril de 2008

MONIK MATCHORNICOVA


II

-En el balcón parece
pasajera del espacio,
tan ilegal y seducida.
Allí
frente al vacío,
donde tanto nombre se ha perdido,
donde un canto es indefinido
en la capital de las letras
-donde culmina el asombro
y el silencio es insignia
de distancia.

(Austria)

DELFINA ACOSTA

EL PINO EN LAS PENUMBRAS

Sobre tus hombros inclinar mi rostro.
Un lirio aún vivo que encontré, contarte.
Soy la culpable de tus versos lúgubres
donde una llama ciega y negra arde.
“El pino en las neblinas” es un verso,
y todo cuanto muere o cuanto nace,
la ropa de la flor, la carne blanca
de las orquídeas que al amor se abren.

Mirarte amado y verme en tu mirada,
besar tu anillo gris, pero abrazarte
como si el tiempo fuera a despedirse.

¿Qué es esto de perderse y encontrarse?
Por un camino de furiosas hojas
llegaron los fantasmas de la tarde.
Tú, mi alma sola, y yo, también, tu alma,
si rondan ya los últimos amantes.
(Paraguay)

FABIÁN CASAS


EL MOSCARDÓN


Un pequeño kamikaze
golpea la ventana tratando de entrar.
Posiblemente el frío matinal
lo despertó de la juerga calurosa
de la noche -nosotros mismos
tuvimos que cerrar las ventanas
y correr a taparnos por el temporal-
y ahora (un poco más punk
que el albatros de Baudelaire)
renuncia, aturdido,
a su inasible elegancia.

EDUARDO MILEO

AGUA

El agua, las aguas. El mar, el río. Las aguas sagradas, las celestiales. Las aguas de la imagen. Y también las aguas carnales de la inundación, las aguas sin dioses. Las aguas de Heráclito, que nunca son las mismas. Las aguas del tiempo, las aguas de la historia. El agua que vuela de los ojos al abismo y se abre a la superficie, se ofrece como cuerpo, y es otra vez mar, río. El agua que se ve. El agua que se intuye. El agua que es espejo de sí misma y, espejándose, se hace infinita. El agua que se toca: el agua clara; y el agua que se interna y es profunda. La de los místicos, agua bendita, que se vuelve sangre, aguardiente. El agua que se tiende para ver pasar el agua, y el agua del dolor, el desamparo.El agua que se quita: el agua de los pobres. El agua que se debe sin remedio. El agua de la cloaca. El agua sin sonido. El agua que desnuda y decapita. El agua que se enferma: el agua estanca. El agua que es ajena entre las aguas.Una libélula espera la lluvia con la fuerza que tiene lo inconsciente. No espera porque sí: vendrá la vida con el agua. Y en la mañana que no se detiene, en la tarde que se arroja sobre el incendio del horizonte, en la noche de San Juan, que es la del alma oscura, será el agua la mitad de mi abrazo, y la tierra mi cuerpo. Y sobre el agua brillarán las cosas que el agua trae sin descanso.

sábado, 19 de abril de 2008

LUISA BERUTTI

TALLADOS

......Hojas de acanto
......capitel de vegetales
en mi piedra amada

la sabiduría
....imprimió su nombre
......mientras yo no estaba

......bajo el mismo cielo
....hoy
me cobijo del viento

viernes, 18 de abril de 2008

CRISTIÁN MÍNGUEZ


DIME EL LUGAR DE MI CUERPO


Dime
el lugar
de mi cuerpo
donde ansías
con pasión
que me tatúe
pues me rendí
a tus encantos
y, si es preciso
me marcaré
a hierro y fuego
para que
todos sepan
que pertenezco
únicamente
a tus dominios…

“ERÓTIKA”

CONCEPCIÓN BERTONE


LETRA MUERTA
....................................a Eduardo D’anna

Pasa como por el asa de la vasija o
por el ojo cegado de la aguja. Pasa
lo que puede pasar, lo inesperado
que a las calendas griegas apela y pasa
por la puerta en el quicio asegurada
con dos vueltas de llave. Coima. Moneda.
Sin abrir no hay adentro no hay afuera.
Sólo fragosidad, breñas, detritus.

La equidad es simulacro, movimiento
tangente de la letra en su evasiva
manera de probar que sigue viva.
(desde Horacio que tarda el escarmiento).
Que tarda y siempre llega demorado.

Mehr Licht pedía Goethe, luz, simplemente,
para un morir preclaro en su derecho.
Pero la luz también agonizaba
reclamando más sombra
y le fue dada
con su báculo: el hombre.
El inocente que tanteando breñales
trecho a trecho
adquirió las virtudes
del cayado.

"Aria da capo"

lunes, 14 de abril de 2008

RAQUEL JODOROWSY


TAREA

Creo que me seria muy difícil
abrazar un ángel.
¿Dónde pondría las manos?
Además de alas
tienen brazos.
Cómo abarcar sus cuerpos
de movibles aspas!
Tendría que darles
un abrazo partido
por arriba, por debajo.
Tal vez por detrás.
Con sus alas abiertas.
Sólo me sería posible
besar las plumas
de sus hombros dulces...


poeta chilena radicada en Lima, Perú.

domingo, 13 de abril de 2008

CARLOS MARGIOTTA


FOTOS VIEJAS

Fotos viejas mezcladas en una caja de cartón,
junto a partidas de nacimiento,
la medalla del colegio
y cinco dados en el cubilete gastado.
Fotos viejas que se tiran sobre el tapete
disparando la memoria en blanco y negro.
Sonrisas perpetuas, recuerdos de papel
que se repiten en cada mano
mirándonos desde ese instante congelado
donde fuimos o quisimos ser.
Fotos viejas de momentos remotos,
irrepetibles lugares sin regreso
que se revelan otra vez
para decirnos adiós.
La bicicleta apoyada en el farol
de la plaza iluminada contra el sol
y ella sentada en un banco
con el vestido a lunares
tirándome su beso eternamente
detenido en el clik.

LONG OHNI



DEL CAPITÁN


¿Qué será del navío si el capitán desmaya?
¿Qué de sus raudas velas inertes ante el
viento,
embargado de olas el casco y la sentina,
los obenques crispados
y el mástil todo, vigía de este amor,
desarbolado?

Si el capitán desmaya
no habrá timón ni quilla que resista
y la brújula entera quedará sin sentido,
la rosa de los vientos deshojada
y este amor navegando a la deriva.


Ediciones de Entrecasa, Saladillo, 2004-2005

sábado, 5 de abril de 2008

CRISTINA PIZARRO


12)


En las praderas
.........................los aires caprichosos
danzan
........con la muerte.

En la bruma
............... los sueños
..............................reposan
sobre
...........los nenúfares.


"Confesiones de Gertrudis Glauben"
Ed. Instituto Literario y Cultural Hispánico

SILVIA MAZAR


Lugar, el de los ojos
del agua que calma la sed
en el que amo
Donde los árboles crecen de año en año
igual que la mirada
Lugar, el del aire
que refresca las voces
para que todos seamos nombrados

Antología del Empedrado II (1997)

KATO MOLINARI


SALUDOS PARA TU HERMANA

En aquella época, cuando alguien me mandaba saludos
Yo por las noches soñaba que Pandora simulaba que me
Entregaría su caja
Pero que cuando estaba a punto de hacerlo surgía la
Palabra desintegradora servida
En cuchara de alpaca con mis iniciales
Y que mi madre me ordenaba que fuera a comprar una
Aguja de colchonero
Sólo para sacarme de en medio.