
Esto, y no otra cosa, debe ser la vida.
Un licor agrio para saciar la sed,
un escaso alevino para poblar ríos y estanques.
Nada más. Por qué, entonces,
su obstinación en hablarnos
de las nupcias del viento con el mar y los ajenjos,
del árbol pequeño y aislado
como la más tierna y frágil de las imágenes,
del desacuerdo que sin embargo ilumina,
del canto de las cigarras
a mitad de camino entre el amor y la miseria.
En qué punto, entonces,
ahora se lo pregunto, la pánica divinidad,
el sólido corazón que se abre a la música,
la noche pura que se bebe,
la pasión que se encamina hacia las lágrimas,
los olores de la tierra y la sal,
el verano adormecido, el sereno o voraz decurso
hacia el pavor, el éxtasis, la ira, las uvas.
(inédito)
-Buenos Aires-
1 comentario:
Muchas gracias! Todo mi afecto.
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