
Uno interroga si no es ya
tarde, inmensamente tarde;
si cuanto no se alcanzó a decir
en el olvido ahora desespera;
si el amor avistado una vez
puede aún regresar a ese entonces.
Uno se siente desnudo y
se mira como extraño en un espejo y
uno se ausenta de toda realidad y
hasta de Dios se olvida en este
hiriente vivir instaurado en las horas
mientras huyen los meses y los días,
los gozos y pesares,
el siglo y este instante.
-Buenos Aires-
2 comentarios:
No creo que Dios se olvide de los pesares de la vida... Poema muy fuerte y con increible poder de síntesis.
Liliana
Querido Julio:
Me conmueve y moviliza profundamente este poema, tanto ahora como hace un tiempo cuando lo he leído.
Gracias querida Norma.
Mi abrazo
Analía
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