ACROBACIA SALMICA
Atardece en mi,
ante el desnudo audaz de los espejos.
Desgrano la penumbra hambrienta
vistiendo un traje de epílogo,
sobre la fina piel gastada,
que expulsada en siete gritos
desarma cóncavos domingos de abril.
Detrás del músculo agotado,
la acróbata libélula
confabula el vuelo,
en mitad del geodésico instante,
inventando el hálito de Dios resucitado.
2 comentarios:
Desde lo más pequeño el milagro de Dios.
Un abrazo Gus.
Mary: Tus poemas siempre son hermosos.
Víctor H. tissera
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