EL QUE CALUMNIA
Avanza con el tridente
esparciendo el aliento de la flor envenenada,
desplegando sus palabras de espinas
clavando los surcos
por donde el ultraje quema.
Mientras, muerde cada cavilación,
cada intersticio de la lengua
y sus escamas resplandecen con cada victoria.
Entonces, el viejo animal trepa a su muralla
y mira alrededor
y no hay nadie, nadie.
Está solo con su magma.
Ni siquiera puede llorar.
-Buenos Aires-
Querida Norma, te agradezco muchísimo la publicación de este poema en tu blog/revista papirolas.
ResponderBorrarGracias por todo tu trabajo.
Un abrazo
Amalia M. Abaria
Querida Amalia: pobre el que calumnia !!!, además de sentir soledad -al final del camino- suele beber de su propio veneno. El viento sabe acercarle, a la vuelta de una esquina, la baba de su malicia. Te abraza,
ResponderBorrarMuchas gracias Laura, te mando un abrazo. Amalia
ResponderBorrarQuerida Amalia: Es uno de mis poemas favoritos de tu exquisito libro. En realidad, para que no se ofendan los demás y porque es cierto, todos los poemas de tu libro son mis favoritos. Un placer encontrarte en ese cálido sitio que nos ofrece la nunca demasiado bien ponderada Norma.
ResponderBorrarBesos. Ya te escribiré.
Jorge Luis Estrella
Me gustó, Amalia, el ser despreciable y el poema magnífico.
ResponderBorrarUn gran abrazo
Betty
Coincido con Jorge Luís, es un gran poema!!
ResponderBorrarBesosssssss